El reto : recomponer al país sin odios |
- En los últimos días, la palabra PAZ se ha manoseado, dándole diversos contenidos. Una cosa es la paz de Mockus y otros profesores , de los sectores progresistas, del polo no recalcitrante, de los verdes no oportunistas, de los seguidores de la actitud de Clara López , de Iván Cepeda y Aida Abella de la Marcha Patriótica, pero otra es la PAZ de María Fernanda Cabal y el Presidente Uribe et al, delas FARC y del ELN como proyectos políticos guerreristas.
- Parodiando a madame Roland ( que dijo “Oh libertad , cuantos crímenes se cometen en tu nombre” antes de subir al cadalso) muchos no admitimos que en nombre de la paz se justifiquen regresos reaccionarios o que la paz sea la piel de oveja con la que se cubren los oscuros lobos.
- No aceptamos que en aras de supuestos debates democráticos y de ideas improvisadas como la de Petro en relación con el posconflicto, se afecte la credibilidad de instituciones necesarias como las Fuerzas Armadas legítimas, que todo país debe tener.
- ¿Por qué han estado tan callados en los últimos días los furibistas y en particular el trineroexpresidente? Porque se han dado cuenta del efecto negativo que tiene ese lenguaje de palabras armadas y vituperantes.
- ¿Por qué el voto en blanco no sabe defenderse sino con fotos de “caudillos” como Jorge Robledo y mediante posiciones radicales del nada vale? Porque más allá de las encuestas (y ese es otro tema) han sentido que el termómetro del país no denota la necesidad de inventarse mundos abstractos, sino de actuar en los mundos posibles.
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¿Qué quiere
decir reconciliación? Es la capacidad de
escuchar al otro, de no pretender representar la voluntad divina (¿cómo el Procurador?) o la verdad
absoluta, sino un clima en el cual el debate sano y la oposición puedan ejercerse sin más cortapisas que la decencia
en la argumentación, el respeto al otro,
la buena fe, y la aceptación de las diferencias.
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La reconciliación de los colombianos será la única
que permita que los conflictos – y no sólo los relacionados
con las FARC- se resuelvan de manera
constructiva, más racional que
emocional.
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En otras palabras
es reemplazar el
slogan favorito de la era uribista según el
cual “Colombia es pasión”. Nos gusta
el Delirio como salsa, no como posición política.
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La reconciliación de los colombianos pasa por la presión ciudadana,
por la capacidad de los colombianos
de rechazar los políticos corruptos, las mermeladas, las invitaciones a la violencia, las
declaraciones o volteadas para satisfacer intereses personalistas, y
los individualismos.
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La
reconciliación implica la capacidad de trabajar en equipo y de
avanzar colectiva y no grupal o
individualmente en un clima de no
repetición de un pasado que nos agobia.
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