|
Que la reconciliación deje ver el futuro |
Antes de que el Mundial
absorbiera la atención mediática de un país en que
los aficionados
al
fútbol son mayoría cuasi absoluta, han circulado toda clase de
inventos, mentiras, medias verdades,
maledicencias, chuzadas, declaraciones.
- Enrarecieron el ambiente y destaparon, como en una caja de Pandora, muchas fallas
de la democracia colombiana: incapacidad
de argumentar más allá de lo emocional, poca profundidad en el análisis de las
cifras, desconocimiento de las verdades
que ensalzan al adversario y caudillismo
que pretende imponer la imagen de un
Presidente sobre el equipo que lo va a acompañar o lo acompañó.
- Lo más preocupante es la
apatía del 60% de colombianos que, por diversas razones,
no votan. Una de ellas, la educación, que no incluye enseñar lo que
es la participación política y no contribuye a la madurez de los
ciudadanos, al no construirla desde la infancia.
- Por eso , con la esperanza de que los aspectos
favorables de nuestra identidad
colombiana se sobrepongan a los
desfavorables, y sobre todo para no
repetir los errores gravísimos, macabros
y demostrados del pasado uribista,
propongo que nuestro voto sea, más que motivado por Santos o
por la paz (término indefinible, ver en el glosario) por una
convivencia razonable: por la
reconciliación.
- ¿Qué
quiere decir reconciliación? Es la
capacidad de escuchar al otro, de no
pretender representar la voluntad
divina (¿cómo el Procurador?) o la verdad
absoluta (¿Cómo el omnipresente Uribe y sus trinos?), sino un clima
en el cual el debate sano y la
oposición puedan ejercerse sin más
cortapisas que la decencia en la argumentación,
el respeto al otro, la superación
de la ley de la ventaja y de la inequidad, la buena fe, y la aceptación de las
diferencias.
- La
reconciliación de los
colombianos será la única que permita que los conflictos – y no sólo
los relacionados con las FARC- se resuelvan de manera constructiva,
más racional que emocional.
- En otras
palabras, es reemplazar el slogan favorito
de la era uribista según el cual “Colombia es pasión”. ¿Cuándo entenderemos que el Delirio es una maravilla como salsa, y el entusiasmo en el futbol como
espectáculo, pero no como
posición política? ¿Que no basta con “amar” a un Presidente y que la ciudadanía no solo es pedir y recostarse, sino dar y no demeritar a los demás?
-
La reconciliación de los colombianos pasa por la presión ciudadana,
por su capacidad de rechazar con nombre propio los políticos corruptos, las mermeladas, las invitaciones a la violencia, las
declaraciones o volteadas para satisfacer intereses personalistas, y
los individualismos. Ello
cobija tanto a Santos como a Zuluaga, si ganan.
- La
reconciliación implica la capacidad de trabajar en equipo y de
avanzar colectiva, y grupal pero
no individualmente, en un clima
de no repetición de un pasado que nos agobia.
- La reconciliación implica
ponerse de acuerdo sobre el sentido
de las palabras (como paz,
diálogo, verdad, justicia,
reparación) y no tratar de manipularlas
según la orientación de cada quién, como
lo ha hecho demasiadas veces el Uribismo.
Implica también superar las obsesiones
radicales, y aprender a despegarnos del caudillismo para afrontar
las realidades de un futuro que no se construye
con solo presionar un botón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario