viernes, 13 de junio de 2014

¿Por qué votar por la reconciliación y no por el retroceso?



Que la reconciliación deje ver el futuro
Antes de que el Mundial absorbiera la atención mediática de un país en que  los aficionados  al  fútbol son mayoría cuasi absoluta, han circulado toda clase de  inventos, mentiras, medias verdades, maledicencias, chuzadas, declaraciones.
  •  Enrarecieron el ambiente y  destaparon, como en una caja de Pandora, muchas  fallas de la democracia  colombiana: incapacidad de  argumentar más  allá de lo emocional,  poca profundidad en el análisis  de  las cifras,  desconocimiento de las verdades que  ensalzan al adversario y caudillismo que pretende  imponer la imagen de un Presidente sobre  el equipo que  lo va a acompañar o lo acompañó.
  •  Lo más preocupante es la apatía  del 60%  de colombianos que, por diversas razones, no   votan. Una de ellas,  la educación, que no incluye enseñar lo que es la participación  política  y no contribuye a la madurez de los ciudadanos,  al no  construirla desde la infancia.
  •  Por eso , con la esperanza de que los aspectos favorables de  nuestra identidad colombiana se  sobrepongan a los desfavorables, y sobre todo para no repetir  los errores gravísimos, macabros y demostrados  del pasado uribista, propongo que nuestro  voto sea, más  que motivado  por Santos o  por la paz (término indefinible, ver en el  glosario) por   una  convivencia  razonable: por la reconciliación.      
  • ¿Qué quiere decir reconciliación? Es la capacidad de escuchar al otro, de  no pretender  representar la voluntad divina  (¿cómo el Procurador?)  o la verdad  absoluta (¿Cómo el omnipresente Uribe y sus trinos?), sino un clima en el cual el debate sano y  la oposición  puedan ejercerse sin más cortapisas que la decencia en la argumentación,  el respeto al otro, la superación  de la ley de la ventaja y de la inequidad,  la buena fe, y la aceptación de las diferencias.
  • La reconciliación  de los colombianos  será la única  que permita que los conflictos – y no sólo los  relacionados  con las FARC- se resuelvan de manera  constructiva,  más racional que emocional.
  • En otras palabras, es  reemplazar   el slogan favorito de la  era uribista según el   cual “Colombia es pasión”. ¿Cuándo entenderemos que  el Delirio  es una maravilla  como salsa, y el  entusiasmo en el futbol como espectáculo,  pero  no  como posición política? ¿Que no basta con “amar” a un Presidente y   que la ciudadanía   no solo es pedir y recostarse,  sino dar y no demeritar a los demás?
  •     La reconciliación de los  colombianos pasa por la presión ciudadana, por su capacidad  de  rechazar con nombre  propio los políticos  corruptos, las mermeladas,  las invitaciones a la violencia, las declaraciones  o volteadas para  satisfacer intereses personalistas,   y   los individualismos. Ello  cobija  tanto a Santos como a  Zuluaga, si ganan.
  • La reconciliación implica  la capacidad de  trabajar en equipo  y de  avanzar colectiva, y  grupal pero no  individualmente,  en un clima  de no repetición de un pasado que nos agobia. 
  •  La reconciliación implica  ponerse de acuerdo sobre el sentido  de las palabras (como paz,  diálogo,  verdad, justicia, reparación)  y no tratar de manipularlas según la orientación de cada  quién, como lo ha hecho demasiadas veces  el Uribismo. Implica también   superar las obsesiones radicales,   y  aprender a despegarnos  del caudillismo  para  afrontar las realidades de un futuro que no se construye  con solo presionar un botón.




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