Por supuesto: el virus de la fiebre hemorrágica del Ebola
existe, está detectado y
produce un alto – y variable-
porcentaje de mortalidad. Variable, entre otras razones, por depender sobretodo (murciélago incluido) de las
condiciones de salubridad, que van desde
los países africanos en que se
origina, hasta las de países industrializados.
Las destartaladas estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (con datos del 2012 ) y los cálculos especulativos y alarmistas de un sinnúmero de
medios y ONG , llegaban ayer a 8914 casos en el actual brote ( Incluidos confirmados , probables y sospechosos). Lo cierto es que nadie sabe cuántos han muerto, lo que le da mucho más peso a la incertidumbre que a la desproporción entre el interés por el Ebola frente a, por
ejemplo, datos según los cuales cada día
mueren 10.000 niños de hambre en
el mundo, para no hablar en esta
ocasión de la aberrante desnutrición en
departamentos como Chocó y Guajira.
A juzgar por
lo sucedido con las enfermeras de España y Estados Unidos (dos casos), los nacionales de este país y el mundo
occidental que tengan medios de
comunicación, han padecido el síndrome
mediático del Ebola.
¿Qué es? Más allá del
juego macabro de las estadísticas, ha
subido la fiebre del miedo en una Europa
sumida en problemas económicos. Se siente en las miradas
hacia la tos ajena y el color de
la piel -¿tendrá o no Ebola, vendrá o no de un país africano?-. Y
brotan insinuaciones veladas: que se queden allá en África los
sospechosos de contagio.
También son macabras las manipulaciones políticas de la enfermedad. En España
se desataron una discursividad y un
acoso mediático similar a los que ya pasaron (parodiando la expresión del Minuto de
Dios) en relación con la vacuna del papiloma humano. Que por cierto no terminó en nada porque no se le ha hecho seguimiento a la noticia: ¿Qué pasó con las
niñas vacunadas y supuestamente contagiadas? Nadie volvió a hacer
noticia sobre eso, para fortuna
de las pobres y angustiadas niñas y de
sus padres.
En todo caso, tanto el Papiloma
humano, como el Ebola causan muchos más debates emocionales, comerciales,
políticos, morales, sicológicos , religiosos, místicos et al
que las
enfermedades a las cuales los
seres humanos están acostumbrados como son
la gastroenteritis, tuberculosis
, la malaria, el dengue , u otras
enfermedades tropicales, muchas de las cuales no merecen mayor atención de los medios o de tan cuestionada industria farmacéutica.
MENSAJES ALARMISTAS PERO ¿QUIEN AUDITA LOS RECURSOS RECIBIDOS? |
En el centro emocional de esos debates está escondido el
miedo visceral a la muerte o para utilizar la expresión de
Bauman, “el miedo cósmico” que
también parece proporcional al desarrollo, y aumenta
en la medida en que
aumentan las condiciones de
bienestar de las sociedades más
desarrolladas del planeta.
Dicho de otro modo:
entre más necesidades básicas satisfechas, más miedos a la incertidumbre y a la inseguridad. Más comunidades de miedo, sospecha y
odio, para utilizar las palabras de Zygmunt Bauman[1]
. Y más tendencia a pedir medidas “duras”
en relación con las migraciones o el fundamentalismo islámico. En todo
caso, menos sentido democrático.
Conclusión
y prevención (adicional a la de las autoridades de salud pública ) : en Colombia vacunémonos desde ya contra el posible contagio mediático
del virus del miedo al Ebola, muy conveniente para algunos pues derrota el tema fundamental de la reforma a
la salud, que pareciera ya no existe en los
medios. Y sepamos que no pocos están ansionamente
buscando que aparezca el primer
sospechoso para lanzarse como lo
hicieron en España , a la gran cacería
de "noticia"
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