jueves, 6 de noviembre de 2014

¿SIRVE DE ALGO LA ÉTICA? ¿QUÉ DEMUESTRA INTERBOLSA?



En su último libro , en  cuarta reimpresión  en el 2014[1],  Adela Cortina  hace una pregunta que han debido hacerse  los  de Interbolsa,  como bien lo demuestra el libro de  Gloria  Valencia C, al narrar  “la historia  de una élite  que se creía  demasiado grande para caer”[2]


 La filósofa valenciana, catedrática de larga data y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y políticas y la periodista paisa, una de las pocas que se ocupan de  temas  financieros,  editora  económica de Semana, se encuentran  en  un  terreno: el empresarial.    Y tienen además la buena práctica de desmenuzar los casos de la vida real.

Varias  son las publicaciones de Cortina  en las que se adentra   en la  ética  empresarial y su actual contexto, el consumismo.   Al responder a la pregunta,  insiste en  demostrar que  ser ético es rentable. Explica  que  ser  ético es  reflexionar sobre las  prioridades y colocar la confianza  como prioridad individual y colectiva, pero también que “cuidar a los demás”  no se refiere solo a los cercanos, como  lo recalca la parábola del buen samaritano.

 Propone  entonces Adela Cortina un enfoque de la ética de costo-beneficio en el  que, sin  renunciar al esquema capitalista, se trata  de desarrollar la capacidad  ética de  priorizar, tanto en términos  individuales, como – lo que interesa aquí- colectivos.  A esa  capacidad  se opone lo que tanto se ha criticado  en  este blog, es decir,  la discursividad diarreica, con mucho  grito y poco análisis. Para  Cortina esa capacidad de priorizar éticamente  debe  tener  en cuenta  tres aspectos  adicionales a los  obvios :  detectar  a los  violadores de las  normas de reciprocidad ,  sus intenciones  y  castigar. El castigo no solo es judicial, como  creemos  en Colombia,  sino también de sanción social, que Cortina llama Vergüenza social.

Carátula  Martínez-Villalba y Melo

Es una ética utilitarista que la distingue de  otras tendencias  como  las  kantianas del deber y aún las habermasianas de los consensos, lo cual  es  válido en un ambiente  tan complejo como el actual.  Hace más énfasis en  el egoísmo,  pero también en la reciprocidad del altruismo. Sería – digo yo-  en el caso de las negociaciones de La Habana, aplicar la fórmula “estamos dispuestos a dar, con tal de que se nos devuelva más adelante, aunque sean otros los  que nos devuelvan”  [3]  Insiste, como otros autores, en las capacidades compasión y empatía, tan importantes para ella  como  el respeto  por la dignidad, valores que  llevan  a una ética  en  la  que se conjugan  justicia y felicidad.

 Por el lado de Interbolsa,  el libro de  Gloria Valencia  describe en detalle  qué sucede cuando la voracidad y la ambición  le ganan a la  reflexión ética.   

De sus  comportamientos  se deduce , al menos en Rodrigo Jaramillo, una  dualidad  ética  como "gente  de bien" ( buen padre, buen hijo,  modelos del  jet set,  van a misa, caritativos  todos a través de  una  fundación  de ayuda para nutrición escolar , pero que termina  subsidiando el desastre ético y pisoteando a sus propios familiares).  Porque por  su otra cara, como versión fragmentada de su  ética de bolsillo,  pillos  de cuello blanco, prepotentes  que  consideran  normales  sus  comportamientos ambiciosos y voraces.

 Conclusión: la ética  no puede ser teórica, discursiva y  pontificante,  sino que debe reflejarse  en los comportamientos   sociales,  entre los cuales  sobresalen  los empresariales. Las “campañas de bondad y de caridad”  y  la religiosidad  esconden  a veces no solo  inauditos  comportamientos   antiéticos,  sino que  además,  en fin de cuentas,  y por fortuna, terminan  devolviéndose contra sus  más protuberantes  protagonistas.



[1]  Paidós ( Espasa libros)  2014
[2]   Gloria valencia, Inter Bolsa, la historia  de una élite que se creía demasiado grande para caer. Semana Libros, octubre  2014
[3] Pág. 83

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