Las reacciones al restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EEUU (algunos de cuyos aspectos dependen
del Congreso) - Cuba, así como el posible desmonte del embargo (que depende del Congreso) suscitan
interrogantes. Pero, sobretodo,
muestran las limitaciones de lo
emocional y el impacto del pensamiento acostumbrado a que lo dicho sea lo hecho.
El problema de
la discursividad argumentativa (que llamo - con
perdón de los académicos- discursividad diarreica - es limitarse a afirmaciones radicalizadas por el enfoque,
en este caso demócrata o republicano, gusano o
comunista (para utilizar las
expresiones de los mutuos adversarios).
Este análisis radical – emocional es por desgracia
demasiado presente no solo en los
debates políticos, sino, en general, en
la cada vez más frecuente manera de debatir
problemas. Manera a la que son
aficionados los ciudadanos en las reuniones sociales y
los programas de opinión, en las
sesiones de congresos, parlamentos o asambleas,
pero también, por supuesto , en las redes sociales.
Para muestra
un botón: hace unos días, la feminista Isabel Londoño Polo se enfrascó
por Facebook en una discusión con un señor (de cuyo nombre no me acuerdo, y que no reencontré en ese mar
que son los mensajes), a propósito
de lo que pensaban ambos de las mujeres.
En esa espiral de mutuos agravios terminó por abrirse, como en muchos
otros casos, la Caja de Pandora de los
insultos, de tal manera que solo
quedaron mal los dos personajes y nada nos aportaron.
Lo mismo
está sucediendo, dentro y fuera de las redes, con el tema – por ahora solo discursivo
- de las relaciones cubano-americanas. De los extremos del mal a la bondad, se pasa
de considerar el evento
como “histórico” y “el fin de
la guerra fría” (¿acaso no había terminado?) Hasta y “manipulador”.
Otra consecuencia: Lo moral se contagia de lo emocional y vice-versa, de tal manera que a las versiones angelicales
se oponen las diabólicas, de quienes supuestamente
argumentan.
Este
análisis radical –
emocional ha sido incentivado en todo el mundo (y no sólo en Cafarnaúm, España y Colombia
estos últimos, con ciudadanos muy verbales) y en todos
los temas.
¿Por qué? Por la preponderancia de lo audiovisual sobre lo conceptual y, por consiguiente, de la imagen y la palabra sobre el contenido.
¿Por qué? Por la preponderancia de lo audiovisual sobre lo conceptual y, por consiguiente, de la imagen y la palabra sobre el contenido.
Consecuencias: los
debates, más emocionales que
analíticos, promueven la intolerancia,
el caudillismo, el alboroto de
los egos, la ceguera frente al adversario, evitan pensar en las acciones y procesos,
estancan la discursividad.
En el caso de marras, lo anterior queda demostrado
en algunos de los argumentos de las partes
progresistas o conservaduristas, términos
por cierto más adecuados que la izquierda y derecha[1]
Quienes critican la decisión de relaciones diplomáticas
Fue una estrategia política de Obama. Si, ¿y qué?
- El caso de Gross demostró la manipulación política de los Derechos Humanos. Si, ¿y qué?
- No se han resuelto los problemas crónicos de 53 años de bloqueo. No, ¿Y qué?
- La decisión implica una derrota de la política norteamericana respecto de Cuba. ¿Si, y qué?
- El desbloqueo que se producirá va a propiciar la permanencia del castrismo. Si, ¿y qué? No, y ¿qué?
Quienes aplauden la decisión de relaciones diplomáticas.
- No fue una estrategia política, sino una necesidad sentida por los pueblos norteamericano y cubano. ¿Si, y qué?
- El caso de Gross fue la victoria de los defensores de los derechos humanos en Cuba más que la del Presidente Obama. Si, ¿y qué?, No, ¿y qué?
- La decisión va a favorecer al pueblo cubano por el ingreso de divisas y la inversión en la isla. Si, ¿y qué?
- El desbloqueo que se producirá va a favorecer la democracia en la isla. Si ¿y qué?
Conclusión:
Todas las
afirmaciones – o negaciones – pueden
ser ciertas aún si son
contradictorias, porque la realidad no es tan absoluta como las afirmaciones
sobre esa realidad, que se quedan en lo
estático, y no desmenuzan
racionalmente las motivaciones.
Desconocer y no
evaluar motivaciones que conducen a los hechos, las fuerzas internas de los sistemas
políticos, de los gobiernos, de los partidos
y movimientos políticos, de las ONG, de los sindicatos, encasillarlos en etiquetas, es
pasar por alto sus dinámicas.
Todo aquello
lleva luego a sorprenderse por
hechos o resultados mal llamados
“inesperados” o “sorprendentes”.
¿No
estará sucediendo lo mismo con nuestro llamado proceso de “paz”?
Al margen: La
utilización de los términos izquierda y
derecha, por ejemplo en la última encuesta de Datexco publicada en la Revista
Semana no explica las contradicciones en la manera de
argumentar de los encuestados
sino que el error proviene de la pregunta de base al utilizar los términos izquierda
y Derecha. En el caso de
las relaciones entre Cuba y EEUU, ¿Es válido llamar al régimen
Cubano como de izquierda y al
norteamericano como de Derecha?
Como decía
en Zoom a la Noticia
( ahora más equilibrado) Carlos Pereira, el gobierno
norteamericano no es Obama ( interpretación caudillista)
ni el régimen cubano es tan
autoritario como los Castro.
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