martes, 23 de diciembre de 2014

DOS PAISAS, DOS LIBROS , UN REFUGIO



¿Le ganará  el sentido  cultural  de la  navidad a  una avalancha  de promesas comerciales que aseguran la felicidad?  Ya  los conejos  reemplazaron el trineo;  las hadas, al niño Jesús ; el árbol  sicodélico, al  pino, que a su vez  había reemplazado  a los hurapanes;  la nieve, al   pesebre;  los trancones,  a la  serenidad.
Para  creyentes o para no creyentes, las fiestas navideñas  son  también  y, sobre todo,  un referente cultural de identidad, desnaturalizado por varias  obsesiones:  compras ,  temor a engordar , canciones  en  las que el trago es  el  ingrediente  que permite  gozárselas,  dietas sugeridas, libros de cocina. Solo algunas de  esas obsesiones  son  por  fortuna  positivas, como  las campañas  contra la pólvora y los incendiarios  globos...
 Más allá de las nostalgias o del  estrés, hay un buen antídoto: la lectura, que puede  ayudarnos a sobrellevar  esta época  y desde lo regional, muestran sentimientos y contradicciones.


 Dos paisas, dos libros, dos escritores,  son mis sugerencias, que envío a los amigos dela red con mis  mejores  deseos para  este  fin de año y  el 2015.


HECTOR  ABAD FACIOLINCE,   “LA OCULTA “ es el reflejo de la fundación de un pueblo - en este caso, Piedras, Felicina , rebautizado  Jericó-  desmenuzando episodios desconocidos  de  una  conquista de lo agreste , que en el imaginario colombiano se  limita a la  colonización  antioqueña del viejo Caldas y del Tolima.   

Pero la historia de la Oculta  es mucho más  que esto,  y se adentra de una manera,  tradicional, si se quiere, pero que agarra y emociona;  de profundidades  sospechadas, pero  no  vivenciadas antes  por los no paisas  y resucitadas en  los que lo son,  sobre lo que es  la  llegada de la modernidad y la violencia,  y  las distintas maneras  como se deshacen los apegos al campo. 




JORGE  FRANCO, CON  “EL MUNDO DE AFUERA”,  premio  Alfaguara de novela.  Es otra lectura de la antioqueñidad, desde  sus  cimas y sus simas ,  desde  el mundo de Diego Echavarría Misas y su  heteróclito castillo,  transformado  por la imaginación del autor en  una  selva  poética  tan misteriosa como  el país de Alicia. Pero también, vista  desde  el mundo  de abajo,  el de sus  secuestradores y  asesinos.  Los  diálogos son   tan directos  que   producen un impacto  visual como Rosario Tijeras. ¿A  quién, nacido en Medellín o  turista de la  Bella Villa  no  le ha  intrigado,  frente a ese  estrambótico  castillo  de otro mundo  (hoy museo), saber   quién era  la  niña  Isolda?  Franco  lo  muestra con un estilo cinematográfico. Tanto,  que quien haga  la  película no necesita  escribir su guión  porque allí está todo, en sus magníficos diálogos.  Pero  tampoco se necesita película, porque allí también está.





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