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-¿Por qué suceden
estas cosas cuando, según lo
relatan dos blogueros en El Espectador, Karen Tatiana Pardo y Sergio
Silva (El Rio blog), la tragedia era anunciada?
¿Por qué las advertencias se quedan en la verborrea cuando sucede la tragedia y
en los escritos que la pronostican
como los planes de desarrollo
municipal (que muy pocos leen- como muy pocos
han leído el Plan
Nacional de Desarrollo)[2]?
Pues bien , ni el
alcalde ni los concejales de
Salgar leyeron su Plan de Desarrollo ni le dieron importancia a lo que advertía, no sólo por
las características de “alta torrencialidad “ de La Liboriana, sino porque se habían construido
casas , “invadiendo su cauce y
llanura de inundación.”
Pero el Ideam, tan hábil para explicar por qué
sucedió la tragedia, tampoco fue capaz de hacer un mapeo de las
zonas peligrosas y divulgarlas a los
periodistas, antes de que sucediera el desastre , en vez de limitarse a cómodos pronósticos sobre si mañana vamos a poder
darnos un baño de sol o tenemos
que llevar paraguas.
Pero a Dios lo que es
de Dios, al César lo que es del Cesar, y a lo mediático lo que es responsabilidad de medios y periodistas.
http://bit.ly/1Hh9ute Karen T. Pardo y Sergio Silva |
La saturación de
lo “juridileyo”
Del costal de los mitos mediáticos, saqué el “juridileyo”
que me explica por qué tampoco
el periodismo se ha preocupado por prevenir en vez
de llorar sobre avalanchas y organizar colectas. Una de las respuestas es la
sobresaturación en los noticieros y periodismo de “opinión” de las noticias jurídicas, judiciales, procesales ,
de proyectos de ley, de
reformas constitucionales, de
constituyentes del futuro a la moda de
Uribe o de las FARC, de reformas
de la justicia et al,
de equilibrio de poderes.
Estamos sobresaturados en Colombia de gente que
pontifica sobre lo jurídico sin
haberse leído una sentencia, de
periodistas que encuentran en los corredores de Paloquemado una manera fácil de no
investigar, y de empresas como Caracol y
RCN que bajan
costos a punta de cubrimientos amarillistas a mediodía de los crímenes de los barrios
de la gente pobre porque, por supuesto no cubren las sordideces del estrato cinco y
seis solo cuando han ocurrido,
como Interbolsa.
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Estamos saturados de recusaciones, impedimentos, artículos,
resoluciones, solicitudes de recusación ante
comisiones de ética no comprobada. Con esa sobresaturación de lo juridileyo, se nos quiere y hacer creer que
se solucionarán la acumulación de procesos y los magistrados se librarán de los cuestionamientos éticos. Una
cosa es lo juridileyo, y otra el
cubrimiento minucioso, valioso
y contextualizado que ha hecho por ejemplo, Cecilia Orozco Tascón tanto en sus
columnas como en sus entrevistas y en
muchos aspectos del noticiero que
dirige.
El mito “juridileyo”
es la combinación perfecta para alejarnos de la realidad, no
interesarnos por las ineficiencias de lo
Ideanes, de alcaldes de municipios como Salgar y de unos Ministerios del medio Ambiente o de Obras que no
se han encontrado a sí mismos – como dicen las telenovelas.
[1] Mito,
en dos de sus acepciones, se aplica a cualquier tipo de invención o relato fantástico que desfigura o se aleja de la
realidad. 2. Fig. Persona o cosa que han
sido idealizados por atribuírseles
cualidades o virtudes extraordinarias que exceden a la realidad y entran
en lo fantástico.
¿ Hay mitos en el
cubrimiento mediático? Si, y son más de diez. Detectémoslos como receptores y usuarios.
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