jueves, 7 de mayo de 2015

¿POR QUÉ EL ENSAYO “UNA ROSA VIOLENTA” ES DIFERENTE DE LOS DEMÁS?





Tal vez debería empezar por aclarar  que conozco a Arturo  Guerrero, el autor de las tres entregas  de “Una Rosa Violenta” http://bit.ly/1E0MlKq   que marcan un  hito en el ensayo,  desde  hace mucho mucho tiempo, por dos razones.

 La primera: el  análisis  puede estar  distorsionado  por el afecto. La segunda: nunca  he  entendido por qué  es una de aquellas personas subvaloradas por una élite  intelectual y mediática. 

El discreto  personaje  que siempre parece  escuchar  en  una época  en que el periodismo habla demasiado, es  un  artesano del lenguaje. Sopesa cada  palabra y   el conocimiento no  es  para él una caja de citas,  sino  una reflexión  profunda  sobre lo que podría  aportar,  a su propio pensamientos  de los demás.


  

  Pero, al grano, o mejor,  a la Rosa Violenta.


  • La descripción es precisa :  Evita  las generalizaciones de los  violentólogos-  palabra horrible que no quiere  decir mayor cosa- y con minucioso detalle  nos  da el clima :  la batalla de Palonegro duró  quince días y noches, entre el 11  y el 25 de mayo  del 1900 ; “catorce años más tarde, Uribe Uribe  caería abatido a golpes de hachuela, similar a las dos clavadas sobre la pirámide de huesos”. “la  guerra de los mil días  fue la última de ocho guerras civiles nacionales y  catorce regionales, peleadas en los años mil novecientos”.


  • “Con matemática certera, García  Márquez  puso a combatir  al coronel  Aureliano  Buendía  en el triple de ellas” – escribe. ¿Qué  Gabólogo  - palabra  horrible que no quiere decir mayor  cosa pues  todo colombiano  parece  serlo mientras no se demuestre lo contrario-  encuentra semejante  perla? O esta otra, para definir la guerra  en término de Aureliano: “no entendía como se llegaba al extremo de hacer una guerra por cosas que no  podían tocarse con la mano.”


  • Y vamos a la caja de citas: Guerrero las va introduciendo  en su texto  sin el sabor urticante de los académicos  que a veces   le ponen  a las citas  incrustadas (ejemplo: Cervantes,  11111). No: Guerrero cita  porque el citado ejemplifica, o es  Gardeazábal  o Molano que escriben, o Clausewitz,”que  vive en el siglo 18 y 19”.


  • Y describe sin nombrar que “ se desgajó desde la más alta silla un estilo miserable  para  tomar  ventaja en la vida : “ amanecí cargado de tigre” o  “ le voy  a dar  en la cara, marica”.
Por último, la Rosa Violenta  no utiliza  sino una la  vez la palabra  alma, que se ha vuelto una manera  de dejar   como definible lo que es indefinible o simplemente el mediocre  eslogan publicitario de Bancolombia.


©Foto MTH
Sin duda, muy pocos  leerán el mamotreto de la Comisión Histórica del  Conflicto y no  podrán, por lo  mismo, rebatirle a León Valencia  el artículo sobre su fracaso.  Pero como bien lo sabía alguien  que no sé quién fue pero que está incrustado en  mi acervo cultural, “si quiere hacer algo, hágalo; de lo contrario, nombre una comisión”. 

Como bien lo señala  Guerrero,  el meollo no  está  en la paz,  ni en  la cultura popular o culta,  sino en  afrontar esa otra  cultura de los comportamientos ,  en la  rosa violenta: un ensayo  que  supo propiciar un debate  en el  que nos preguntamos- al fin-  quienes fuimos  y por qué vamos  donde vamos, o qué nos intoxica,  sin dárnoslas de eruditos  o de grandes gurúes  que poseen  la verdad de una  ambigua  e  indefinible paz.

 Y, por supuesto,   sin proponer una Constituyente como remedio a   todos  nuestros males, sin esos desencuentros entre  los derechos y las realidades, sin  esa discursividad que impide   ver y escuchar al otro,  sin hablar tanto de paz  y tan poco sobre por qué no sabemos  descorrer el velo de la inautenticidad, de los mitos y de las   mentiras  sociales.





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