jueves, 19 de mayo de 2016

LAS PERVERSIONES DE UN PAIS LEGULEYO



Pocos países como  Colombia  le dan  tanta importancia  a los  aspectos formales y procedimentales del derecho. Y a sus perversiones, las leguleyadas. Es decir,  los esguinces a lo sustancial ,  esa tendencia  adictiva  a torcerle el pescuezo a la ley ,  el sika de lo jurídico que ha picado al  ejecutivo, al legislativo y al judicial.

 El origen romano y español de nuestro  sistema  jurídico, a lo que se  suma haber adoptado el  código  civil  napoleónico, son explicaciones válidas, al menos en cuanto a la diferencia con el  pragmático casuismo  de  los  sistemas consuetudinarios, en particular los anglosajones.

Pero no son razones  suficientes  para explicar, por ejemplo, que la tasa de  abogados  por 100.000 habitantes  sea  de  389.36  en Colombia , mientras que en  Suecia  es  de 49.3  y en  Francia,  cuyo derecho es también de origen  romano , sea de  75.8.[1] facultades de derecho.

En Colombia, el desprestigio del derecho es proporcional a  la proliferación de abogados  y de facultades de derecho (que ya no se llaman de jurisprudencia),  así como la proliferación de periodistas  egresados de  facultades de comunicación social  parece ser  proporcional  a su desempleo  (pero ese es otro tema).

 En ambas  disciplinas  hay un evidente  desencuentro  con la realidad del país. Afirmación que, por supuesto, admite debate  y  prueba en contrario. Pero, sobre todo,  recalca la necesidad de un cambio de  mentalidad y de lenguaje.

(Advierto que escribo  con  conocimiento de causa en ambas carreras , siendo egresada de  derecho y habiendo  trabajado  como docente y directiva en  el pregrado y en el posgrado  de comunicación social.
En el primer caso ,  me “decidí” a estudiar derecho , porque mi  madre  , por  cierto  muy sabia en lo que a derechos humanos se refiere,  me convenció que, como un hermano  era  ingeniero, y  una hermana médica,  y como me gustaba escribir, lo mejor era que estudiara derecho. Eran las tres  llamadas profesiones liberales.  No me arrepiento de  la decisión : aunque  me  ha quitado alas literarias y casi nunca he ejercido  el derecho, ha estructurado  bastante  mi  rebelde pensamiento. Y , curiosa  consecuencia, me ha enseñado a detectar tanto  los leguleyos,  como las  leyes utilitaristas, como las sentencias pobres,  y lo   supuestamente  “jurídico”  que  no obedece al interés  general,   sino  al muy  particular de los oligopolios, por ejemplo.

 En el  segundo campo, el de la academia, pude comprobar  que  muchos estudiantes habían  escogido el  derecho  por defecto. Por no haber sido  escogidos  en otras carreras.  Por  tradición –hijos de padres y abuelos abogados.   Por comodidad  -  no  toca matemáticas- o por una tradición  nacional  - los  abogados mandan la parada-).


ACOFADE,   la Asociación Colombiana de  Facultades de  Derecho  está  preocupada por la   explosión demográfica de abogados  y sugiere más control de la pésima  calidad de muchas de ellas. [2]  Una   interesante tesis de grado – no solo  de  derecho sino de sociología, de sicología o de comunicación social -  sería  estudiar  las raíces  de  ese  fenómeno nacional  del leguleyismo teórico en los distintos sectores.  



Y,  sobre todo,  por la maña de priorizar lo teórico  leguleyo en vez de  la  eficacia  práctica del derecho, o   su eficacia simbólica, para utilizar  la expresión de la sociología  del derecho. Veamos  algunas consecuencias:


  • El leguleyismo como  bloqueo político:  ahora, cuando  se ha puesto de moda  la “innovación” , los  aspirantes podrán comprobar que a cada  tendencia  innovadora se le atraviesa un inciso . Ello es particularmente  cierto en el sector público  y lleva a la  consecuencia de  un bloqueo  de  lo público; a realidades como  la corrupción (  muy  hábil en saltarse  o interpretar las  normas); y a astucias como  argumentar ineficiencia para la  venta de los bienes  públicos ( ejemplo : Isagen y ETB). 

  • El bloqueo  administrativo  por el  leguleyismo se manifiesta en los ministerios y demás institucionesd tanto por  la corrupción misma, como por la  inercia  proveniente  del  miedo a violar alguna  norma. No resultará  extraño entonces, que los innovadores  más  sobresalientes  del futuro  serán los  egresados de carreras científicas  o , en  caso de las  ciencias  sociales, los que superen  la barrera  del leguleyismo y se dediquen  a  explorar lo sustancial es decir, las necesidades  de los seres humanos .
           
  • El leguleyismo como arma “subversiva”.  Paradójicamente,  en este caso , los extremos  se unen: por un  lado, el uribismo y el  Procurador , por el otro las FARC .Los primeros  acuden  a la “resistencia”  como justificación  jurídica, que los lleva al extremo de acusar al Presidente  Santos de  dictador y delincuente (sic).  En  cuanto  al Procurador  Ordoñez , utilizó  en su carta  un lenguaje  subversivo ,  extralimitándose  en  las  funciones constitucionales  y  acusándolo  de convivir con un grupo criminal. Pero eso  si, como su vice procuradora, a cada  expresión de sus pasiones  le  agregan una justificación “jurídica”.

Lo que su gobierno está conviniendo con el grupo criminal de las FARC implica que la Mesa de Conversaciones de La Habana se reviste de poderes constituyentes, que ni el ordenamiento jurídico, ni el pueblo les ha otorgado”…Equivale a someter de forma dictatorial al pueblo colombiano a la voluntad de las FARC y del Gobierno.”

Y del mismo modo,   El Senador  Uribe   Vélez que se inventó, en nombre de la democracias, vez por eso no  pisan ese  terreno , raras y comerciales"manera  ac0omodaticia  de  entender los  ,  como Presidente, un  "Estado de opinión”  después  de citar a Carl Schmitt,  ahora  acude a  la resistencia civil después de  citar a Habermas, como para  darle mayor  solidez a su  argumento:

“Cuando se habla de una expresión de oposición es justamente porque se considera que aquello a lo cual nos oponemos le hace daño a la democracia. Y si esa expresión es pública, argumentada y persistente, no se encuentran diferencias que valga la pena considerar entre resistencia y desobediencia. Yo he utilizado resistencia porque es una manera de enfrentar, sin dar la sensación de que por la vía de la desobediencia uno se pueda situar por fuera o en contra del ordenamiento jurídico ( entrevista a El Colombiano)

¿Qué decir del  ex Presidente Gaviria cuando, en nombre de la democracia,  lanza improperios   contra  todo el mundo ? Y  cuando pide una “consulta popular “  para la candidatura presidencial del liberalismo, ¿se  le habrá olvidado como  lo  designaron a él y  como su hijo  fue catapultado a la dirección del pobre partido? http://bit.ly/1V9YbhS

 El  propio Presidente  Santos,   en tono  más   educado,  justifica sus piruetas jurídicas, pero  acude también  a un  lenguaje poco jurídico  con  menciones personales. ¿ Para  “blindar “ el acuerdo de paz, otra palabra guerrerista de la paz?

En cuanto a  la subversión,  contagiada también de leguleyismo, se ampara  en un  lenguaje “democrático”:

Nosotros nos consideramos una organización profundamente democrática, a pesar de ser una organización militar. ¿Cuál es el problema? Que somos una organización armada que tiene que regirse por leyes que rigen la actividad armada.”( Timochenko, entrevista a la revista Semana)

Y el ELN  contaminador , en entrevista a Víctor de Currea Lugo en  El Espectador, comenta leguleyísticamente  sobre el petróleo, después de citar  al Papa Francisco y a Camilo Torres y sobre  la justicia :

hemos planteado la nacionalización como una salida soberana, que ojalá se alcanzara y fuera efímera, para que el país sea capaz de sustituir esa energía por otra menos contaminante, consecuente con la decisión de no seguirle causando males terribles al planeta…
A propósito de las víctimas del conflicto y la justicia, los dos últimos congresos del ElLN, que son nuestra máxima autoridad, han definido la validez de la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas, perdón pero no olvido”.

Por cierto, ni el Procurador Ordoñez  ni el  ELN  caen en cuenta de sus contradicciones,    el primero  contaminando  lo judicial con lo  político y   el ELN  predicando  no contaminar  pero  causando  enormes  daños ambientales.

  •  El leguleyismo de los proyectos de ley como  “solución” de problemas económicos, morales  y  sociales. La manía (o costumbre , como se le quiera llamar)  de acudir a un “proyecto de ley”  para solucionar problemas  tan prácticos como  la salud , la educación,  la desigualdad, la  violencia, es más cómodo.  Proponer  un proyecto  de ley  tiene un impacto  inmediato en tanto que solucionar el problema  tiene un impacto a mediano o largo  plazo.  Pero  no resuelve el problema  de fondo  que es la inequidad social.  Así como las casas gratis tienen mayor impacto inmediato y mediático que  el coeficiente  de Gini, así también se considera la justicia  transicional  más importante que la  educación  en valores,  el respeto al otro y  la obligación moral de convivencia.

  • Son leguleyos los proyectos  de  “cambio” entendidos como proyectos  de  reforma constitucional o proyectos  de ley. Y desde luego, es el  sumun de leguleyada  una “constituyente” que asoma sus orejas desde los dos extremos,  el uribismo y  la subversión.

  •  El  populismo penal ( como forma de atacar el delito”)[3]   es otra forma de leguleyismo. Se refleja en el aumento de las penas  o tipos penales, pero también de la población carcelaria, un “remedio” que resulta  peor  que el mal.  Para los opositores del “populismo  penal“ , la efímera presencia de las víctimas solo la explica “la necesidad que tienen los políticos y los medios de comunicación de exhibirlas  públicamente, dentro de una desleal  forma de obtener  ventajas  electoreras y comerciales”.  No descarto que  pueda ser una forma  de sanación personal con impacto positivo, pero limitado, como en el liderazgo  de las  victimas de violaciones y de ácido. Ese liderazgo , bienvenido,  no  requiere necesariamente de una ley  sino , por parte de la  autoridad,  de  capturar  a los  responsables.

  • El leguleyismo  lleva a desinsititucionalizar al país. Se patina en un galimatías  melcochudo en el que, en nombre del  derecho,  se sobreponen  conceptos jurídicos unos  sobre otros,  haciéndole  perder a los colombianos  la confianza en la norma de normas, la Constitución.

¿Conclusión?  

Manosear así el derecho recalca  un deber  prioritario en  Colombia:   estimular consensos  morales en torno a la necesidad de convivencia y de  respeto,   en vez de instalarnos en  esa  manera  acomodaticia  de  entender  fundamentos supuestamente  jurídicos .

 Así como la ciclovía  cambió  la manera de  vivir la ciudad,  así  comunicarnos con  lenguajes distintos y no aceptar embelecos leguleyos  tiene la ventaja de ser gratis, de ofrecer nuevas perspectivas, de motivar a  nuestros desmotivados jóvenes  y de   provenir de un  esfuerzo colectivo desde cada ciudadano, más allá de los egos alborotados de la política.

( caricatura de Daumier)

























[1] CEJ  dato de 2011, que en seis años debe haber aumentado
[2] 138.948 ,  de los cuales solo  238 % tiene una formación de calidad; 165  programas de pregrado,  480 especializaciones
, 11 doctorados. En 2015 se expidieron 15246 tarjetas profesionales. Ámbito jurídico, - por cierto una excelente publicación de Legis, que deberían  consultar los  periodistas leguleyos -  9-22 mayo 2016.
[3] artículo de Wanda Fernández León , Unperiodico  No 199
Fotos MTH

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