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El mayor error del mal
aconsejado Presidente Santos es haber utilizado
la antítesis paz o guerra, acudiendo a la estrategia del miedo, la misma que utilizan los
adversarios de los acuerdos, confundiendo guerra con conflicto armado interno, y paz
con acuerdo de negociación con las FARC. Una pésima estrategia reiterada por el exPresidente Gaviria.
El segundo mayor error del mal
aconsejado Presidente Santos es haberle dado una connotación política
antiuribista a un proceso de negociación y de acuerdo con las FARC .
Propició así la peleadera diarreica y personalista, así como la discursividad
de la mediocre politiquería
colombiana, en vez de darle a estos acuerdos un sentido de grandeza colectiva nacional.
Hizo pública una carta al Ex Presidente
Uribe exacerbándolo
y dándole la oportunidad que
esperaba de hacer un escándalo; y de paso,
reencauchó sin necesidad al Presidente Pastrana.
foto y obra MTH |
Al darle la
connotación política mediante intempestivas declaraciones a la topa tolondra, como aquella
proponiendo el voto de los militares, dio papaya para que
el uribismo se aglutinara en
torno al NO, y para que un proceso de negociación con las FARC
adquiriera
tintes de oportunismo.
Ignoró al Procurador y sin mantener, al menos en apariencia el respeto por quien
ocupa el cargo, dio papaya
al no responder las preguntas que
este formulara, y no aprovecha la oportunidad de explicar así el contenido de los acuerdos.
El afán megalomaníaco
por mejorar su imagen y los pésimos consejos de sus asesores en comunicación, produjeron el
efecto contrario al esperado y
echaron en saco roto
sus innegables cualidades y su trayectoria
en la función pública. Perdió así autoridad
y ganó en impopularidad.
Se equivocó
con una estrategia monárquica, designando
como líder de no se sabe qué al Ex Presidente Gaviria, sin tener en cuenta la
autonomía de los demás partidos y
metiendo a su hijo en la campaña por el SI .
Borró
con el codo lo
que había tejido pacientemente a mano y durante tres años el equipo negociador
encabezado por De la Calle, pero
sobre todo por Sergio Jaramillo y por personas como el general Mora y
el general Naranjo.
Untó de demagogia discursiva en
derechos humanos a ciertas instituciones
sin caer en cuenta que el
papel de un fiscal o de un vice fiscal no es proclamarse defensor de estos derechos y del proceso de negociación sino
garantizar la no impunidad de quienes los violan.
¿Cómo podría desembarrarla el gobierno?
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Despolitizando el tema
y devolviéndole la grandeza de
ánimo que requiere la
reconciliación nacional. El 7 de agosto es una oportunidad para remendar los destrozos.
Dejando de obsesionarse con el calendario y con mayor humildad. El Presidente Santos actúa
como si solo él fuera creíble en
lo que se refiere a la negociación con
las FARC.
Dejando de insistir el Presidente
en un desafortunado liderazgo que no puede asumir como un caudillo, sino actuando como equipo de gobierno. No hacerle tanto caso a las encuestas ni a
sus pésimos asesores de imagen.
Asumir con entereza el tema
de la reforma tributaria en vez de
dejarse meter cuento por el Ministro de Hacienda, que gastó en lo que no debía gastar y recortó lo previsto para el posconflicto en el sector rural.
Aceptar que el acuerdo con las
FARC no le traerá la paz a
Colombia sino que será un ingrediente más de convivencia que tan
solo permitirá atender otros frentes, como la impunidad, la delincuencia, el narcotráfico y la inequidad.
Pero sobre todo, como se ha estado
reiterando en este blog desde hace tres
años, no darle a la palabra
PAZ los contenidos
perversos que cada día agrietan
más nuestra identidad nacional.
Que nos mantienen en el reino de la
fantasía y de la peleadera, en vez de afrontar la realidad.
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