miércoles, 12 de octubre de 2016

¿EL FUTURO CON OTROS?


Foto MTH

En  las tres ultimas semanas frenéticas -como las han  llamado varios comentaristas-  ha sucedido de  todo en Colombia, sin descansos. Es más ímpetu que violencia, las dos acepciones que  ofrece el  diccionario sobre frenesí.

Lo de  ahora en Colombia es más exaltación y vehemencia que  muerte; más  certezas en todos  los  diferentes sentidos que temblores de miedo; más presencia  que indiferencia; más espectadores que evasiones; más ánimo que desánimo.

Cartarsis colectiva,  caja de Pandora  de la  que salen todo tipo de  emociones que se  contraponen,  a  veces con mezquindades e insultos,  a veces con  grandeza de espíritu. Pero, en todo caso,  son emociones y  deseos,  más  próximos de la paz que de la violencia. 

Aparecen nuevos  protagonistas, como Timochenko o Frank Pearl.  Las redes sociales  han  cambiado  la manera de comunicarse,  aunque siguen  con tropiezos  e incomunicaciones pero,  al fin y al cabo, como algo que no se conocía en todas  sus  dimensiones.

En la otra  orilla,  dejan de vociferar Paloma y Cabal porque ya ni siquiera  llaman la atención de los medios  sensacionalistas. Surge un  Duque o resurge un  Lozano,  más reflexivos  que los rabiosos,  como  el  ahora mitigado  pero desueto Lafaurie, que algunos medios, como Semana en Vivo, se empeñan en exaltar. El  Dr. Ordoñez,  despojado de su hábito  de  emperador,  se vuelve  uno más,  bastante decimonónico,  por  cuanto no  se ha dado  cuenta de que el enfoque  de género existe  desde el  siglo XX, (de hecho, el Centro democrático  confunde  el  "enfoque" de género  con "la ideología" de  genero). El respeto a los derechos de las mujeres  y de  la diversidad es un principio  hoy aceptado  como parte de los derechos humanos fundamentales  está  en varias sentencias de la Corte  Constitucional,  y  ya casi nadie lo  discute para  movilizar y motivar.

Hay gente  cansada  de escuchar siempre lo mismo, hay  gente que se desilusiona al  descubrir que le metieron mentiras, hay gente  que empieza  a reflexionar sobre el daño que causa la abstención, hay  gente que se desapega de los partidos y de los líderes a los que antes adhería incondicionalmente.  Hay gente que cuestiona que  todo se "leguleylice". Gente  que piensa que  el amor a Colombia es algo más que apoyar a la  Selección Colombia. 


En la Plaza de Bolivar (Foto MTH)
Se manifiesta el arte,  que cunde por muros, carteles, memes. O, a veces efímero, impresiona por un  sentido tan profundo de lo colectivo como solo  Doris  Salcedo puede hacerlo  y que contrasta con la  consumista  necesidad de  desnudarse  en la  misma plaza,  con el mismo  frío,  para  que   Spencer Tunik tomara su fotografía animal.

Abunda ahora en el país  el  contraste más  que la  incertidumbre,  y  eso es  positivo.

Porque, en medio de todo,  los colombianos  sabemos  que mucho  ha  sucedido, buena parte de lo cual no tiene reversa:  firma de los acuerdos,  presencia internacional  en Cartagena, plebiscito, pronunciamiento del Consejo de Estado sobre Piedad  Córdoba, Premio Nobel, despertar de los  jóvenes, universitarios o no, paso  firme de las comunidades indígenas,  agotamiento de un modelo de desarrollo  basado  en la minería, que  devastó páramos y ríos.  Pequeños y medianos empresarios con una visión moderna. Madres que persisten en que la verdad  sobre los  falsos positivos se conozca. Colombia  avanza a tientas,  pero avanza.


¿EL PAIS AFUERA, PERO CONGRESO Y  POLÍTICOS ADENTRADOS?

Sabemos  que  ha  quedado  atrás, al menos por estas semanas, un país desueto, ridículo en  sus peleaderas,  incomprensible en sus  egoismos  de pequeños caudillos,  apegado a los incisos, en su discursividad leguleya y diarreica.

Foto MTH
Mientras tanto,  hormigas por todas partes. A veces  repiten  nimiedades,  a veces  cruzan el inmenso país y tienen la solemnidad de  los  arhuacos  o de los paeces. O son capaces de llenar plazas  en un  santiamén,  como en  Bogotá y en Medellín.  En todo caso,  mueven y remueven. Son persistentes, a pesar de la lluvia.  Más  que la propia guerrilla-  que  se  manifiesta a través de  sus  jefes-,  estas hormigas  surgen  de la nada y muestran un  pais que se  pensaba como invisible.

Para los que  se quedan adentro de sí mismos  y de  sus pasados  estáticos , encerrados en sus conciliábulos,  ese otro país  les  será pronto  ajeno.

Pero  en  el nuevo país, ese hervor suscita también  preguntas:
¿ Seremos capaces de  ganarle a la  corrupción, al desgreño  administrativo, al clientelismo,  a los nepotismos, a la  desigualdad,  a la ineficiencia, a la miseria  de unos y al acaparamiento de otros?   



 


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