1- Un reconocimiento a la persistencia y el esfuerzo
personal del Presidente. No habérselo otorgado
también a Timochenko tiene un sentido especial de precaución
frente al futuro del proceso con las
FARC. También, como lo comentó el observador de EEUU en las negociaciones de La Habana, porque por la composición del Comité Nobel , tres de sus miembros “de derecha” habrían dudado en otorgarlo. Así mismo,
las circunstancias en las que Mandela y
De Klerk compartieron en 1992 el Nobel
fueron muy diferentes, para no decir opuestas en cuanto a quien
estaba en el Gobierno y quien en la subversión.
2- Un
reconocimiento a la caraterística
especial de la negociación
con las FARC: que se hubiera
colocado a las víctimas en el
centro de la negociación.
Además de Santos, unas víctimas
ejemplares y sus familiares tuvieron el talante
y la fortaleza de aceptar la reconciliación a pesar de los sufrimientos padecidos. Esa actitud contrasta
con quienes apoyan seguir con el conflicto desde los escritorios y salones bogotanos, medellinenses, y cucuteños, para nombrar solo
algunos. En todo caso, la de quienes, por lo
general, no padecieron
en carne propia o cercana los horrores
del conflicto o participaron en
ellos, activa o pasivamente.
3- Un reconocimiento a la
labor paciente de la delegación del
Gobierno liderada por Humberto De La Calle y
Sergio Jaramillo. Las 297 páginas, de un lenguaje
farragoso y repetitivo, o como las
llamé, de voluptuoso reglamentarismo, son en
sí mismas un ejemplo de paciencia.
También, personas como Alvaro Leyva, o mujeres ( como las madres de La Candelaria) y hombres que con discreción entraban y salían del proceso
y poco aparecían en las fotos,
fueron un apoyo que debió ayudar a mantener la calma en el
aislamiento de los negociadores.
4- Un reconocimiento a la actitud de las Fuerzas Armadas, cuyo
comandante en jefe, según la Constitución colombiana, es el Presidente de la República. La trayectoria en las Fuerzas
Armadas de los generales Mora y Rangel y
la de los generales que han
liderado las tres fuerzas y de la policía muestran la capacidad de
cambio de mentalidad y la labor de convencimiento hacia
sus pares, en algunos de los cuales
la reticencia era evidente.
Se fortaleció así la solidez democrática de nuestras fuerzas armadas a pesar de los intentos de coqueteo
para sembrar en ellas la cizaña
y el error del Presidente al proponer que votaran en el plebiscito.
5- Un reconocimiento a quienes tejieron
con paciencia y en la sombra los acuerdos. En ese sentido, además de los juristas que participaron en puntos como el narcotrafico y la participación política, adquiere especial importancia todo el proceso del punto1, liderado por el primer Ministro de Agricultura,
Juan Camilo Restrepo[1]
y su equipo integrado por personas como Ricardo Sabogal, actual
director de la Unidad de Restitución, perseguidos ambos por el
ex Procurador Ordoñez; Myriam Villegas Directora del INCODER antes de que el Instituto cayera "enmermelado", Alejandro Reyes, Andrés Bernal, Gloria Barney
(encargada del tema de formalización
de la propiedad rural). Es demostrable
cómo a ese impulso inicial le pusieron
freno tanto el ministro Lizarralde, como el actual, y sectores reaccionarios como el liderado por el Señor Lafaurie de evidente cercanía con
el exProcurador Ordoñez. No
puede entonces aceptarse, como el Senador
Uribe lo alcanzó a proponer, que debería cambiarse todo el punto
1 del Acuerdo. El documento elaborado
desde el ministerio sirvió de base para
que la negociación arrancara con
impulso, tratándose de un tema crucial:
la tierra y lo rural, meollo del conflicto, siendo rural el origen y desarrollo de las FARC.
6- El Nobel le da un impulso decidido
a la continuación del proceso, que ya no tiene reversa. Ese apoyo
a la persistencia en la negociación
por parte del Gobierno debería ser la
puerta abierta para un
manejo más expedito y menos caudillista
de los ajustes al acuerdo final. En algunos
aspectos como el tiempo de
detención y la cárcel, no se puede poner fuera de contexto lo que el entonces Presidente Uribe propuso para los paramilitares, muy
similar. Por fortuna, el
Presidente Pastrana parece haber reflexionado
sobre su poca coherencia.
sobre su poca coherencia.
Pero a
la vez, y dada la trascendencia del Nobel, que le dio un nuevo impulso a la
preocupada cooperación internacional, deben ser
más expeditas las FARC, para no perder esta oportunidad. Es la
oportunidad también de precipitar una
negociación más acelerada con el
ELN, que algunos perciben como más
difícil por cuanto más aislada
de la realidad, más federalizada y , en algunos de sus sectores,
más aferrada a la
minería ilegal y otras delincuencias.
7- Ese contexto del Nobel al Presidente Santos es un llamado que obliga a mayor compromiso en la
continuación del proceso en los niveles
territoriales y municipales.
Y finalmente, es
también un aliento para que los movimientos sociales tengan mayor poder
de presión y cuenten con la
solidaridad de los colombianos.
En buena parte por la emocionalidad y la personalización que le ponemos a cualquier tema, la vaguedad se vuelve una manera ambigua de interpretar realidades.
Por lo mismo, de quedarse en el
reino de las indefiniciones, de las peleaderas, las comisionitis, o el reencauche de líderes en decadencia y la discursividad
sobre el genérico PAZ.
Este período no puede ser un cruce de
mezquindades
o de insultos, de egos alborotados, de lamentaciones o de triunfalismos, sino la
oportunidad de reflexionar sobre nuestro destino colectivo como país, nuestra capacidad de
superar toda aquella indiferencia que solo nos hace entusiasmarnos
cuando gana la Selección Colombia o cuando
nuestro Presidente recibe el Nobel.
[1] Mi
esposo, como ya lo he advertido en todas las
ocasiones en que hago referencia al Punto 1, como ciudadana con derecho a opinar. Por lo mismo, me consta su
dedicación y entrega al tema sin vacilaciones, lo cual le creó bastantes enemistades e incomprensiones.
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