viernes, 7 de octubre de 2016

¿CUALES SON LAS CONSECUENCIAS Y EL SENTIDO DEL NOBEL DE PAZ 2016?



                                                
A mi modo de ver que, desde luego,  admite  adiciones y  debate, son:


1- Un reconocimiento a la persistencia y el esfuerzo personal  del Presidente. No habérselo otorgado también a  Timochenko  tiene un sentido especial de precaución frente al  futuro del proceso con las FARC. También,  como lo  comentó el observador de EEUU en las negociaciones de La Habana, porque por la  composición del Comité  Nobel ,  tres de sus miembros “de  derecha” habrían dudado en otorgarlo.  Así mismo,  las circunstancias en las que Mandela y  De Klerk  compartieron en 1992  el Nobel  fueron muy  diferentes, para  no decir opuestas en cuanto a  quien  estaba en  el  Gobierno y quien en la subversión.

2- Un  reconocimiento  a la  caraterística  especial de  la  negociación  con  las FARC:  que se hubiera  colocado a las víctimas  en el centro de la negociación.  Además de Santos, unas  víctimas ejemplares  y sus familiares tuvieron  el talante  y la fortaleza de aceptar la reconciliación  a pesar de los   sufrimientos padecidos.  Esa actitud contrasta  con  quienes apoyan  seguir con el conflicto desde los escritorios y salones bogotanos,  medellinenses, y cucuteños, para nombrar solo algunos. En todo caso,  la de quienes,  por lo general,  no  padecieron  en carne propia o cercana los horrores  del conflicto o  participaron  en  ellos, activa o pasivamente.

3- Un reconocimiento  a  la labor  paciente de la delegación del Gobierno  liderada por Humberto  De La Calle y  Sergio  Jaramillo.  Las  297 páginas, de un lenguaje farragoso y repetitivo,  o como las llamé, de voluptuoso reglamentarismo,  son  en sí mismas un  ejemplo de paciencia. También, personas como Alvaro Leyva, o mujeres ( como las madres de La Candelaria) y hombres  que  con discreción entraban y salían del  proceso  y poco aparecían en las fotos,  fueron  un apoyo que  debió ayudar a mantener la calma en el aislamiento  de los negociadores.

4- Un reconocimiento a la   actitud de las Fuerzas Armadas,  cuyo  comandante en jefe, según la Constitución colombiana,  es  el Presidente de la República.  La  trayectoria en las Fuerzas Armadas  de los  generales Mora  y Rangel y  la de los generales que  han liderado las  tres fuerzas y  de la policía muestran la capacidad de cambio  de mentalidad y la  labor de convencimiento  hacia  sus pares,  en algunos  de los cuales  la reticencia  era  evidente.  Se fortaleció así la  solidez democrática  de nuestras fuerzas  armadas a pesar de los intentos de coqueteo para  sembrar en ellas  la cizaña  y el  error  del Presidente  al proponer que votaran  en el plebiscito.

5- Un reconocimiento a quienes  tejieron  con paciencia y en la sombra los acuerdos. En ese  sentido,  además de los juristas  que  participaron  en puntos como el  narcotrafico y la participación  política,  adquiere especial importancia  todo el proceso del punto1, liderado  por el primer Ministro de Agricultura, Juan  Camilo Restrepo[1] y su  equipo  integrado por personas  como Ricardo Sabogal,  actual  director de la Unidad de Restitución, perseguidos ambos  por el  ex Procurador Ordoñez; Myriam Villegas Directora del INCODER  antes de que el Instituto cayera "enmermelado",  Alejandro Reyes, Andrés Bernal,  Gloria Barney  (encargada  del tema  de  formalización de la propiedad rural).  Es demostrable cómo  a ese impulso inicial le pusieron freno tanto el ministro Lizarralde, como el actual, y  sectores reaccionarios  como el liderado por el  Señor Lafaurie de evidente cercanía con el  exProcurador Ordoñez.   No puede entonces aceptarse, como el  Senador Uribe lo alcanzó a proponer, que  debería  cambiarse todo el  punto  1 del  Acuerdo. El documento elaborado desde el  ministerio sirvió de base para que  la negociación arrancara con impulso, tratándose  de un tema crucial: la tierra y lo rural, meollo del conflicto, siendo  rural  el origen y desarrollo de las FARC.

6-  El Nobel  le da un impulso  decidido  a la continuación del proceso, que ya no tiene reversa.  Ese  apoyo  a la persistencia en la  negociación por parte del Gobierno debería ser la  puerta abierta para un  manejo  más  expedito y menos  caudillista  de los ajustes al acuerdo  final.  En algunos  aspectos como  el tiempo de detención  y la cárcel,  no se puede poner  fuera de contexto  lo que el entonces Presidente Uribe  propuso para los paramilitares, muy similar. Por fortuna, el  Presidente  Pastrana parece  haber reflexionado  
sobre su poca coherencia.
  

  Pero a la vez,  y dada  la trascendencia del Nobel, que  le dio un nuevo  impulso a la  preocupada  cooperación  internacional,  deben ser  más expeditas  las FARC,  para no perder  esta oportunidad.   Es la oportunidad también de  precipitar una negociación más  acelerada con el ELN,  que algunos perciben como  más  difícil  por cuanto  más aislada  de la  realidad,  más federalizada y , en algunos de sus  sectores,  más  aferrada a  la minería  ilegal y otras  delincuencias.

7- Ese contexto del Nobel al Presidente  Santos  es un llamado que  obliga a mayor compromiso  en  la continuación del proceso  en los niveles territoriales y municipales. 
Y finalmente,  es también un aliento para que los movimientos sociales tengan  mayor poder  de  presión y cuenten con la solidaridad de los  colombianos.

En buena parte por  la emocionalidad y  la personalización  que le ponemos a cualquier tema,  la vaguedad se vuelve  una manera ambigua de interpretar  realidades.  Por lo mismo, de quedarse en el  reino de las  indefiniciones,  de las peleaderas,  las comisionitis, o el reencauche de  líderes en decadencia y la discursividad sobre el genérico PAZ.




Este período no puede ser un cruce de 
mezquindades o de insultos,  de egos alborotados,  de lamentaciones o de triunfalismos, sino la oportunidad de reflexionar sobre nuestro destino colectivo como país,  nuestra capacidad de  superar toda aquella indiferencia que solo nos hace entusiasmarnos cuando gana la  Selección Colombia o cuando nuestro Presidente recibe el Nobel.







[1] Mi esposo, como ya  lo he advertido  en todas las  ocasiones en que hago referencia al Punto 1,  como ciudadana con derecho a opinar.  Por lo mismo, me consta  su  dedicación y entrega  al tema  sin vacilaciones, lo cual  le creó bastantes enemistades e incomprensiones.

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