jueves, 18 de mayo de 2017

¿Por qué cree que hay tanto embrollo leguleyo en Colombia? Análisis de medios (10)


Foto MTH
Haga la siguiente  prueba:  analice lo que sucede  en otros países de condiciones  similares a las nuestras, y verá que ninguno le dedica tanto tiempo mediático y/o político a  lo que  se puede llamar leguleyo.


La discursividad leguleya es una característica colombiana de nuestra manera de hacer política y  de informar sobre ella.

¿Por qué  es tan específica esa  discursividad leguleya? 

¿Por qué a los ciudadanos colombianos  se les hace creer que todo  se resuelve  con  una norma  o un proceso judicial   cuando   la realidad  catastrófica  demuestra que   es más  importante  el hacer y el actuar oportunamente que el  decir o  el  leguleyear


¿Por qué tenemos tan  poco desarrollado  el sentido colectivo de la previsión?  ¿Por qué el tema de la “participación” se vuelve teórico?   ¿Por qué los noticieros dedican tanto tiempo a lo normativo o a los estrados judiciales?

¿Por qué todo lo volvemos una propuesta de reforma constitucional, un  proyecto de ley,  un contraproyecto,  una sentencia  de las cortes  que  casi nunca se  entiende mas allá  de si está a favor o en contra de alguien?  ¿Por qué  todo se reduce a un decreto o una causa penal o, en todo caso, a un trámite procedimental, sin  reconocer que   son más importantes  la eficiencia  y la prevención  que la carreta y  la leguleyización de la noticia?[1] 

LA ÉTICA MINIMIZADA


 En el comportamiento político,  la leguleyización  es ventajosa  para los   avivatos: impide  escarbar  en  la ética de  los comportamientos, que se disfraza  bajo grandes  manifestaciones  discursivo-jurídicas de inocencia o de “cambio”. En el comportamiento  mediático,  poco a poco  se van olvidando los principios  elementales de la   ética, entre los cuales, la independencia.  Se le da un desproporcionado cubrimiento a   temas como la reforma  política, casi siempre con entrevistas a caudillitos,  como si  solucionara  el incrustado clientelismo y  el desperdicio de  recursos por mermelada.

 En otras palabras,  se llega a que  lo seudo jurídico reemplace  lo ético. Y en un aspecto tan  decisivo  para  el país  como   el acuerdo con las FARC,  la posibilidad de convivencia   queda  enterrada   bajo una  avalancha de disquisiciones jurídicas. Eso  permite que, nuevamente ,  asome sus narices la violencia, con 46 homicidios de lideres sociales en lo que va corrido  del  año.  

Ya se analizó aquí  una  causa histórica de la preponderancia  de la discursividad  y de lo leguleyo en la  información:  haber  sido  conquistados por los  españoles porque,   como bien lo expresa  el viejo   dicho ,   “ el inglés  descubre la verdad , el alemán  la explica, el francés  la  complica  y el  español la defiende”. Y la defensa  implica hablar de   derechos, o instalarse discursivamente en  sus procedimientos.

Eso, por supuesto,  no es  suficiente   explicación en las circunstancias  actuales de Colombia y en   el terreno resbaladizo de lo económico, lo político y lo social. Hace  mucho tiempo que dejamos de ser colonia,  pero seguimos   percibiendo  el cambio  y la información a través del vehículo leguleyo. El embrollo con el  fast track  es un buen ejemplo, que  explica en detalle La Silla  Vacía   http://bit.ly/2riy2W6

El vidrio empañado  (Foto MTH)
¿Cuales son las consecuencias en lo mediático?   Así como las ramas impiden ver el bosque y el vidrio empañado, el camino, así también el leguleyismo  y la discursividad      (ésta última reflejada  en  el  casi absoluto predominio de las entrevistas sobre otros  géneros del  periodismo )  impiden valorar   cambios. Así, se promueve  el  “todo cambia para que todo  siga igual” Salvo algunas  excepciones  (como, por ejemplo,  el equipo de noticias  Uno)  el cubrimiento de lo político-jurídico  se limita  discursivamente a corrupción  ( en  general investigada por otros), procesos judiciales,   garrotera  del uribismo con los demás,  rating  por  polarización .

 Los  sondeos  que  manipulan opinión  con preguntas para   que “ califique  y participe” o   el  “si” o “no”  de RCN TV , pretenden   convencernos  de que hay  debate y  que  los medios propician  una  democracia deliberativa. Pero la realidad  es muy distunta y asfixiante, al menos en temáticas. Y esa  mentalidad  nos bloquea  como  país desde lo leguleyo y lo  informativo.

 Un buen ejemplo es el de la las revocatorias  que  se convierte  en EL gran tema.    Hollman  Morris, antes excelente periodista  y  ahora primíparo  político,  insiste en que la revocatoria   es   “democrática” y no  pura y simple  revancha. En todo caso , ya  sus  ex colegas  le preguntan mediática y obsesivamente sobre el tema, y más que a Petro, a cuya  sombra no  florece. Sin duda, un efecto bumerán y esterilizador  de lo político. 

No pocas veces,   las teorías interesadas, llevan a  discursear   de manera populista sobre  posiciones para defender lo propio,  argumentando  jurídicamente  sin remontarse a los derechos fundamentales. A propósito de la fiebre revocatoria, y mientras se espera  el pronunciamiento del Consejo Nacional Electoral,  cuyos   miembros - elegidos políticamente  se convierten  en  jurisconsultos  Cum  Laude,  les  recomiendo   leer a la profe   Cristina de la  Torre, que sí  sabe de   filosofía del   derecho y de la  relación entre  autoritarismo y   “voluntad popular”. http://bit.ly/2rfvCHq

Además  de interpretaciones acomodaticias de  principios  jurídicos  como los de ponderación de  derechos humanos,  el  cubrimiento periodístico  se está  acostumbrando   a considerar  el dolor y las tragedias, la desigualdad y la  muerte,  con  la misma vara que las emociones   deportivas. Pero, eso si,  a todo se le  acomoda una interpretación “jurídica”.  ¿Qué tal  la protesta de dos periodistas y  un columnista que consideran   “censura”  un protocolo  difundido por la ONU, elaborado por  comité de familiares  de las víctimas  de Bojayá  que no   permitieron   que los  periodistas   cubrieran  la  misa  y la exhumación de los restos?  ¿ Donde está la proteccción del derecho a la intimidad frente al ego periodístico? http://bit.ly/2riy2W6

 De otro lado,  muchos sectores  del   periodismo  y   en particular , los medios oligopólicos  de radio y televisión (léase Caracol, RCN TV y radio  y sus   satélites como   Blu, o los respectivos W’s prefieren la  discursividad  por razones  que  ya analizamos:  la  mesas de trabajo son más  agradables  y fáciles que el trabajo de campo,  el cual   se le deja a los  anónimos principiantes o a los pasantes;   se pagan más  los secreticos del rumor  que mezclan publicidad  con “información” de farándula ;   se paga   menos a  los  corresponsales regionales,  a los que no se les estimula investigar. Y la sentencias de las Cortes o  la elección de sus magistrados  se vuelven un  tema light.

El periodismo  de micrófonos se  ejerce desde  Bogotá y con  las cúpulas. Por lo general,  se les paga también pésimo a  los periodistas que se le pegan  como sanguijuelas  a esas  cúpulas. Cuando algunos llegan a un escalón  de  más alto  turmequé,  se  vuelven uña y mugre con el poder respectivo, como es  el caso de  quienes  acompañan, por ejemplo, al Presidente  de la  República   en sus  recorridos  internos y externos. En este último  caso,  sin  más  oficio que   describir  qué   hizo  en  Nueva York   o  donde sea, con muy poco  contexto,  y ni siquiera de análisis  del clima  político en esas  ciudades.

 Sin duda,  a Francy Sepúlveda et al, por ejemplo, les daría lo mismo hacer su nota  desde Bogotá, que  “informarnos” sobre cada  paso que da el  Presidente y dónde estuvo comiendo o almorzando. Además, como por lo general los medios no pagan el viaje – si acaso el hotel-   la información es puramente social  y  la que  quiere dar  el poder.

¿SOLUCIONES?


La de siempre:  que el  ciudadano cambie  de canal (o de político),  lo que  es  positivo pero  no  logra cambiar la   mentalidad colectiva de políticos y periodismo.

La utópica:   que a los Sarmiento  Angulo,   Ardila Lulle,  Santo domingo et al , les  dépor interesarse por el derecho a informar y ser informado, y no   se limiten  a ver en periodismo  un apéndice de sus propios  intereses

La posible:   que los  directores, editores  y  jefes de redacción  sigan el  ejemplo de un Jorge  Cardona,  o un Fidel Cano, y  entiendan que,    de  no cambiar la mentalidad  de   tertulia  y acomodo en mesas de trabajo, cada vez se irá  desprestigiando más  el  oficio .

La real :  que los propios  periodistas reaccionen, sepan decir  NO a algunos  temas,  se unan,  sigan el buen  ejemplo del grupo  “Sala de Redacción”, dejen de  sentirse cooptados por los   dueños de los medios y  comprendan  que   el verdadero  reto está  en  sacudirse.

Lo útil:   Hacer,   como  ciudadanos , receptores  y  usuarios, el   análisis  crítico    de medios ( incluidas por supuesto las redes sociales)  y  lo político y del periodismo. No tragar entero. Y, por supuesto,  enterarse  de qué pasa más allá de nuestro ombligo y qué hay detrás de las  “noticias”.




[1]  La judicialización  de la noticia consiste en  el exagerado  cubrimiento de los estrados judiciales,  de las órdenes  de  capturas, de las demandas  civiles y denuncias penales,  de lo que  promete la fiscalía pero no de sus resultados. Es  la trivialización  de los  nombramientos de magistrados de las  altas Cortes  ( con especulaciones sobre posibles candidatos que “suenan” como si fuera  un reinado de belleza). Todo lo anterior contribuye al desprestigio  de la rama judicial, a veces estimulado por los propios magistrados.



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