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¿PARA QUÉ LES SERVIRÁN LAS CURULES A LAS VÍCTIMAS? ¿LO MISMO QUE PARA LAS ETNIAS Y PARA LAS NEGRITUDES?
En esta etapa de salmuera de las
discusiones que se adelantan sobre la
constitucionalidad o no del fast track de las
16 curules, hace falta una pregunta
que recuerda la que alguna
vez hizo Darío Echandía: El poder, ¿para
qué?
Vale la pena hacerla ahora a propósito de la
manera como algunos parlamentarios, los políticos o el propio ejecutivo tuercen la argumentación jurídica para
estar a favor o en contra del procedimiento en el Congreso, si los votos son los que son o no
son, si hay afán o no.
Esa pregunta es : Las 16 curules, ¿para qué?
La
manía de
leguleyizar los procedimientos es vergonzosa frente al dolor de las víctimas, de sus
familiares y de quienes esperan verdad, justicia, reparación y no repetición.
Vergonzosos también fueron los
debates en el Congreso, la hipocresía con que se
escondieron las distintas voracidades, las
ambiciones, las ausencias, la falta de ética pública, las mezquindades de los discursos envueltos en
oratorias desuetas.
También vergonzosas las peleaderas mediáticas entre el tribunal administrativo, los Presidentes
de Congreso y Cámara, y la utilización
del concepto del Consejo de Estado como si fuera un balón de fútbol.
Vergonzosas
las manipulaciones de quienes, como sucedió con la paz, ahora pretenden representar a las víctimas
en el parlamento,
con sueldos espléndidos pero consiguiendo migajas que no solucionarán los problemas de sus electores, aumentando el
número de Congresistas que otros, más
razonables, proponen disminuir.
Así como admiré la labor de Herbin Hoyos
en su premiado programa de
radio en el que los familiares de
las víctimas podían ser escuchados por éstas, ahora me parecen
patéticos, casi repugnantes, sus esfuerzos
en favor de las víctimas, a las que seguramente
aspirará a representar.
Tan patético como los
que, desde la cúpula de las antiguas FARC y
ahora aspirantes a curules se
hacen los de la vista gorda frente
a los abusos sexuales, o quienes, desde el
gobierno, impulsan las
curules sin hacer el balance de lo que han logrado en la aplicación de las cinco palabras.
No nos digamos mentiras y sobre todo, aunque sea
por compasión, no se las digamos a
las víctimas y sus familiares: las
16 solo le costarán al erario público sin
beneficios locales como la
integración, solo producirán rapiñas
territoriales en vez de mejoramientos
concretos de las comunidades afectadas, y solo
consolidarán la burocratización de la paz.
No.
¡Por Favor! A las víctimas no se les
honra con curules. Se les honra cumpliendo lo prometido, que se reduce a cinco palabras: verdad , justicia, reparación, no repetición.
Un
compromiso que hasta ahora,
en la amarga historia de Colombia, en el terreno
arisco de las realidades, muy poco se ha
cumplido.
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