Intuir es ver Foto MTH |
No
necesariamente se deben a percepciones sobre lo material. Tanto el rechazo como la repugnancia también pueden provenir de percepciones espirituales, mentales y
sociales, y se sitúan en un escalón más arriba de la simple indignación.
A
lo que voy es a preguntar: ¿ha perdido la sociedad colombiana la capacidad
de rechazo y sobre
todo, de repugnancia frente
a muchos
comportamientos?
Obra y Foto MTH |
Esa intuición va más allá de las emociones y de la razón. Nos lleva a
desmenuzar comportamientos individuales
y a una evidente sabiduría en
cuando a la ética se refiere .
Aquí entramos en el campo de la moral individual
y colectiva y de la ética individual
y colectiva.[1]
Porque seguimos valorando de muy
emocional, poco razonable y muy poco intuitiva, como también diría Spinoza.
El referente ético de la Iglesia
católica sobre la bondad y la maldad , lo que se debe o no se debe hacer, ha
fallado de manera rotunda, a pesar de los esfuerzos del Papa Francisco.
Aquí como en muchos países católicos la pederastia, la moral religiosa de bolsillo, han debilitado lo que antes era su poder moral. Pero también lo han debilitado cierta hipocresía de las Iglesias – no solo la Católica- al no pronunciarse sobre comportamientos inadmisibles.
Su parsimonia ha llevado las jerarquías eclesiásticas a que lo que digan o no digan ( la mayoría de las veces) se diluya en palabras de contenido insulso, sin incidir en manera alguna en los cambios éticos y morales.
El reciente comunicado de la Conferencia Episcopal sobre la consulta anticorrupción del domingo 26 es un ejemplo sintomático de pronunciamientos aterciopelados, en este caso sobre la corrupción, y repetición de insulsas frases de cajón que demuestran una pérdida total de liderazgo ético. No da ni un solo argumento para votar en favor, encomienda a Dios el resultado del que llama "ejercicio democrático", sea en favor o en contra de los siete puntos. Pero eso sí, advierte que la consulta "no es suficiente para acabar con la corrupción" como si alguien creyera que es suficiente. ¡Por favor!
Aquí como en muchos países católicos la pederastia, la moral religiosa de bolsillo, han debilitado lo que antes era su poder moral. Pero también lo han debilitado cierta hipocresía de las Iglesias – no solo la Católica- al no pronunciarse sobre comportamientos inadmisibles.
Su parsimonia ha llevado las jerarquías eclesiásticas a que lo que digan o no digan ( la mayoría de las veces) se diluya en palabras de contenido insulso, sin incidir en manera alguna en los cambios éticos y morales.
El reciente comunicado de la Conferencia Episcopal sobre la consulta anticorrupción del domingo 26 es un ejemplo sintomático de pronunciamientos aterciopelados, en este caso sobre la corrupción, y repetición de insulsas frases de cajón que demuestran una pérdida total de liderazgo ético. No da ni un solo argumento para votar en favor, encomienda a Dios el resultado del que llama "ejercicio democrático", sea en favor o en contra de los siete puntos. Pero eso sí, advierte que la consulta "no es suficiente para acabar con la corrupción" como si alguien creyera que es suficiente. ¡Por favor!
Sin
duda , la “intuición ética” se ha perdido en Colombia y en muchos países.
¿Por qué? Por leguleyizar con
palabras los comportamientos; por confundir
códigos de ética con ética; de tanto proclamarnos como qué somos o como qué deberíamos ser; de tanto proponer proyectos de ley para
traer los “cambios” de comportamientos que nunca llegan o que se
eluden; por buscar tantos referentes externos como Uribe, Santos y ahora Duque.
En el fondo, de tanto clavarle a cada comportamiento ajeno reprobable soluciones como “un proyecto de ley”, lo que se
evita es reformar
comportamientos. Comportamientos inmorales
como cambiar las reglas de juego
en el proceso de elección de
Contralor, o manejar un bus saltándose
todas las reglas. En ambos casos, se avala no cumplir lo que se debe cumplir. En un caso, creyendo que poner
imágenes de santos y vírgenes
protegerá lo inadmisible. En el
otro, creyendo que los formalismos de una resolución expedida por la mesa directiva le quitaran el carácter
de inmoral a un comportamiento.
¿QUÉ HACER?
A mi modo de ver, la manera es
recuperar autoridad moral y orden social.
¿Por qué autoridad moral? Porque en
Colombia y en países tan desvencijados socialmente como el
nuestro, los comportamientos no pasan por el filtro de la reflexión ética.
Respecto dos casos recientes, me vino a la mente el muy
recomendado libro de Mauricio García Villegas, el Orden de la libertad, de título
sugestivo. En nuestro país, el orden,
escribe, no genera aprecio, sino desconfianza en los que el autor llama de izquierda ( progresistas que pregonan la libertad).
Consecuencia : se deja su interpretación a los
autoritarios, al estilo de Uribe,
el ahora tan callado ex Procurador Ordoñez
y similares, extravagantes como Paloma, etc. etc. ( de la
derecha los llama él) .
El incumplimiento sistemático de todo tipo de normas o reglas lleva a exaltar al vivo, al rebelde, al arrogante (Ud. no sabe
quien soy yo) y aún al
desamparado ( el conductor del bus tuvo que
“rebuscarse” el trabajo). Lleva
a justificar el abuso de la propiedad privada, y a adueñarse
de lo público como si fuera propiedad privada.
Al mismo tiempo, la obsesión por lo jurídico lleva a descuidar lo ético y a argumentar desde los procedimientos sin tener en cuenta su aspecto ético, que termina por vulnerar el derecho mismo. A mi, por lo menos me produce indignación que juristas tan prestigiosos y éticos como José Gregorio Hernandez y Juan Manuel Charry argumenten :
"La mesa directiva del Senado le dijo a EL TIEMPO que ya avaló la licencia y dio constancia de que Cabal también se ha ausentado de las audiencias en las que se han escuchado a los candidatos. No obstante, algunos contrincantes de su esposo cuestionan si la senadora puede utilizar una licencia para hacerle el quite a una inhabilidad constitucional.
Al respecto, el ex magistrado José Gregorio Hernández señaló que, en su criterio, “la licencia solicitada por la senadora Cabal es un camino legal que ayuda a subsanar ese tipo de impedimentos”. Si bien bastaba con declararse impedida, el atajo no viola ninguna norma.
En similar sentido se pronunció el constitucionalista Juan Manuel Charry, quien advirtió que al tomar la licencia “evita la suspicacia de que pueda influir en el proceso de elección”. El experto agregó que la decisión que tomó en el 2002 el hoy canciller fue un camino netamente ético e individual que no está explícito en la ley y, por tanto, no es obligatorio."
UNIDAD INVESTIGATIVA
u.investigativa@eltiempo.com@Uinvestigativa
Al mismo tiempo, la obsesión por lo jurídico lleva a descuidar lo ético y a argumentar desde los procedimientos sin tener en cuenta su aspecto ético, que termina por vulnerar el derecho mismo. A mi, por lo menos me produce indignación que juristas tan prestigiosos y éticos como José Gregorio Hernandez y Juan Manuel Charry argumenten :
"La mesa directiva del Senado le dijo a EL TIEMPO que ya avaló la licencia y dio constancia de que Cabal también se ha ausentado de las audiencias en las que se han escuchado a los candidatos. No obstante, algunos contrincantes de su esposo cuestionan si la senadora puede utilizar una licencia para hacerle el quite a una inhabilidad constitucional.
Al respecto, el ex magistrado José Gregorio Hernández señaló que, en su criterio, “la licencia solicitada por la senadora Cabal es un camino legal que ayuda a subsanar ese tipo de impedimentos”. Si bien bastaba con declararse impedida, el atajo no viola ninguna norma.
En similar sentido se pronunció el constitucionalista Juan Manuel Charry, quien advirtió que al tomar la licencia “evita la suspicacia de que pueda influir en el proceso de elección”. El experto agregó que la decisión que tomó en el 2002 el hoy canciller fue un camino netamente ético e individual que no está explícito en la ley y, por tanto, no es obligatorio."
UNIDAD INVESTIGATIVA
u.investigativa@eltiempo.com@Uinvestigativa
https://bit.ly/2vUCEmr
Bus y
procesos de escogencia de habilidades
Pero vamos al aquí y al ahora. El primer
caso es el trágico accidente de un
bus pirata en el que murieron 23 personas inocentes (no
por tiros o acuchillados, es bueno aclararlo en medio de tanta violencia desatada últimamente).
En la medida en que se va
desatando el ovillo de las irresponsabilidades del accidente, la primera reacción de rechazo (o de
compasión hacia las víctimas, o de indignación por los comportamientos) se va convirtiendo en repugnancia. En primer
lugar, por la manera como cada quien
trata de zafarse de sus responsabilidades, desde la empresa, pasando
por el Ministerio de transporte, por el dueño del bus, por
el que lo iba a comprar, por los
que no miraron los papeles, por los traficaron droga, por los que no controlaron su estado mecánico, ni su permiso para viajar fuera del país, por los que recibieron coimas para no ver, por los que traficaron con indocumentados y,
obvio, los irresponsables conductores fallecidos, que se embarcaron en semejante inmoralidad.
Se pregunta uno ¿por qué el periodismo y los
colombianos nos indignamos ante lo sucedido, pero hacemos tan
poco por cuestionar lo que
sucederá? Allí viene entonces, después de la indignación y
el rechazo, la necesidad de orden. Porque no es viable ignorar a los que desordenan,
incluidos quienes dicen que fue por la necesidad de rebusque, aceptar
como “normal”el incumplimiento de
las normas , y como inevitable lo que lleva a saltarse las talanqueras de lo
legal.
El segundo caso es
el proceso de elección de Contralor de
la República, uno de los cargos
más importantes del país. La
indignación tiende a convertirse en repugnancia y asco. Y muchos periodistas al centrarse
en la “competencia” política de
cuántos votos se
tendrán, han estimulado sin duda
esa inmoralidad, esa repugnancia y ese
asco. Otros si han recordado oportunamente los antecedentes de los candidatos. Pero el costo de este episodio es demasiado alto para que sigamos creyendo
en las virtudes de nuestra “democrática” Colombia.
Ambos
casos, tan diferentes, demuestran
que en
vista de la desprotección y el descontrol del Estado, en semejante clima
social adverso, el ciudadano debe presionar comportamientos éticos por su propia cuenta. ¿Cómo?
No aceptando subirse a buses sin todos los
requisitos. No dándole un enfoque político
a lo que esté en juego, sino
motivando para sí y para todos, la intuición
ética. La misma que llevó a
rechazar eso de que “Ud. no sabe quien
soy yo”.
Que no
nos quepa duda: en estos
casos y en muchos mas, el lema de nuestro escudo “Libertad y Orden”
se volvió “ Orden a la brava o libertad de
hacer ” ; el mandato
constitucional de “ libertad de expresión con responsabilidad social” se
convirtió en “libertad
de expresión con inmoralidad incluida”.
Ojalá que la indignación, el asco y la
repugnancia produzcan aquello que García Villegas llama “la Libertad del Orden”.
[1] Entre muchas otras facetas o teorías, adopto la más sencilla: la
moral es el conjunto de consensos
sociales, el clima social que se construye sobre valores y su escala de prioridades;
la ética, en cambio, es la reflexión sobre esos valores y consensos, para incorporarlos o rechazarlos de manera individual o colectiva. He hecho muchas veces la comparación según la cual la ética es a la moral es
lo que la estética es a lo bello.
Los
cuatro conceptos son dinámicos e interactivos, individual y
colectivamente. Por ejemplo, antes era inmoral
el control de la natalidad,
hoy es moral y valorado éticamente de manera
positiva.
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