jueves, 9 de agosto de 2018

PERIODISMO: ¿ NUEVOS RETOS EN LA ERA DUCAL?




Sobre el tapete: dos versiones  de la reconciliación
El  inefable discurso del Presidente  del Congreso y su comparación con el  discurso  de posesión del Presidente Iván Duque  produjeron reacciones  saludables  tanto por parte del periodismo colombiano como de  sus receptores. Por ejemplo, casi de inmediato,  en cuanto a la veracidad de las frondosas estadísticas del panfleto del Senador Macías.

Pero  más  allá de la discusión (hasta cierto punto inútil) sobre si un discurso  opacó  o no al otro, lo saludable  radica en la  reacción de análisis  crítico de  comportamientos  que  son aceptables o no  en  el transcurrir de la vida política del país.  

Tanto  en  los medios  de comunicación y sus noticieros,  en los  primeros comentarios, en  las reflexiones  de los directores  de medios y  de  participantes en los paneles  del cubrimiento en directo,  se produjo  un consenso ético sobre  el panfleto político  del  señor  congresista Macías:  eso no está bien”. 

Y no está  bien. Es decir, no es correcto ni respetuoso,   porque una cosa es  el derecho de todo parlamentario a tener  y expresar  sus opiniones sin límite alguno, pero otra es representar una  institución fundamental  para  que esas opiniones se expresen, el Congreso de la República. Cuestión de  fair play  dirían los  ingleses, que se inventaron el parlamento.

La indignación  se regó por las redes  sociales  y  lo inaceptable  empezó a tener una consistencia que  desde hace mucho tiempo no se notaba,  tan grande ha sido la polarización del país  despues del plebiscito sobre  los acuerdos  de paz  con la FARC.

No  se trató, como en tantas otras ocasiones,  de minimizar  o de  agrandar  lo  sucedido  según  la  -a veces notoria-  inclinación política  del periodista o del medio.

El episodio fue como un viento de aire fresco, pero no como aquel que perturbó  físicamente a los asistentes en la Plaza de Bolívar, sino que despertó la mentalidad colectiva, y,  en particular,  la de  los periodistas.
  
Tampoco se   judicializó o  politiquerizó la noticia  como ha sucedido tantas  veces cuando  algún personaje  de la política  hace declaraciones y se le acusa de infame o calumniador . En cambio, se contextualizó  de inmediato cuando  se comparó  con el aviso  de prensa  de preocupante  fondo  negro  y contenido  satanizador publicado en varios  medios  del país por el Centro Democrático.

A la  reflexión ética que  surgió de  esos  hechos  se añadió  el refuerzo de un video  que captó  la  celebración en  un salón del  Congreso de la República  por  del citado discurso, tanto por parte  del  discreto pero afirmativo  comensal Senador  Uribe  como  de congresistas  que se identificaron con el señor Macías,  llegando a  afirmar, como lo dijo la Senadora Cabal,  que  reflejaba exactamente lo que ella hubiera  escrito.

 Desde luego, si de ética se trata,  es necesario analizar también  si  fue  ética la infiltración- como la llama-  de Noticias Uno en  dicha celebración.  Me parece que  sí,   por dos  razones. La primera: la reunión  no era  en un sitio privado, sino en un salón público  del segundo piso del Congreso, institución que representa a todos los colombianos.  La  segunda: la condición de Congresistas implica que  su privacidad  es  más restringida  que  la  de los  ciudadanos  comunes y corrientes.  Una cosa  es el morbo , por ejemplo, al destapar  las relaciones sexuales  de los  funcionarios. Pero el público tiene  derecho a saber que  un congresista avala aquellos comportamientos  consensualmente  considerados inadecuados desde el punto de vista ético. 

https://bit.ly/2nmLPXT video de  infiltración





No dejarse meter gato por liebre...
Ojalá  el periodismo  reflexione sobre su papel  como lo sugiere el lector  y a la vez periodista  Juan David Torres Duarte, en "Cuando la farsa se disfraza de periodismo".
https://bit.ly/2vn6M9J

Ojalá  que en esta nueva era, el periodismo se detenga a analizar  los comportamientos en el poder  del gobierno como tal y  del Centro  Democrático como  tal,  sin colocarlos  en el mismo costal.

 Ojalá entonces  que  el periodismo no cometa  imperdonables  errores como basar  su trabajo en entrevistas a personajes que  poco  a poco se van convirtiendo en  portavoces  del  Duquismo. ¿ Por qué? porque no es lo mismo  ser porta voz  de si  mismos  o de Uribe ( como Rangel o José Obdulio para  citar dos casos  del pasado fin de  semana y lunes de puente).  Al entrevistar  o convertir a gritones como Lafaurie ( como acostumbra hacerlo Hora 20),  la Cabal  o  incluso  los desteñidos   María  del Rosario Guerra,  convirtiéndolos en emblemáticos de una ideología de las "nuevas generaciones, el periodismo  va poco a poco  radicalizando  posiciones  que no representan la nueva generación que pretende  llevar al poder  el Presidente Duque.  Eso implica, desde luego para el periodismo, sacudirse  de la pereza mental y entender que  acabar  con la polarización  depende de  la  profundidad del análisis. 
  
 La garantía de reconciliación  de los colombianos no  consiste en repicar  una  frase  de  cajón teórica sino en  su   aplicación real. Para ello, necesita de una mayor responsabilidad  social  de medios, periodistas, receptores, opinadores, usuarios,  que son los que  hoy en  día    los que mas  contribuyen a construir la opinión  pública.  Porque  una  opinión pública  no depende  de las  encuestas, sino de  esas reacciones sociales colectivas que la van construyendo poco a poco, con valoraciones éticas. En este caso, para bien de la democracia.











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