Me refiero a LO político, no como género masculino o femenino, sino como esencia para hombres y mujeres y a La Política mas como politiquería que afecta ambos sexos de nuestra colombianidad. Preocupa que ciertas mujeres estén tomando la mala costumbre de atacarse unas a otras, pero no por temas concretos, estadísticas, sanos debates socráticos, aristotélicos, cartesianos, o Falsbordianos, sino por piquiña.
Dicho de otro modo, se está borrando con el codo lo que se ganó con el esfuerzo de varias generaciones, gracias a la lucha de mujeres concretas: una Esmeralda Arboleda o aquellas que, en buena hora, el libro de Myriam Bautista describe como rebeldes, osadas y transgresoras: Soledad Acosta de Samper, Débora Arango, María Cano, Emilia Pardo Umaña, Cecilia Cardinal de Martin y Virginia Gutiérrez de Piñeres.
Cito un caso concreto de trinos :
El problema, en ambos casos, no es de argumentación sino de negarse a la argumentación. Eso se ha vuelto costumbre de mala leche no solo en Colombia sino en otros países, en particular latinoamericanos, y no tiene que ver con el género sino con la mentalidad.
Era, por cierto, una característica de muchos políticos hombres, que explica buena parte de la violencia colombiana, por los desafueros verbales en los salones capitalinos.
Reconozcamos: ahora llevamos demasiado tiempo y cultura cargando con las desigualdades de género para que sea fácil deshacerse de ellas. Pero hay que esforzarse.
En ambos casos de trineras, temo que la ausencia de argumentación refuerce, con el apoyo de las propias mujeres, un estereotipo que demasiadas veces se les ha atribuido a ellas como característico de su género: la piquiña.
¡Lástima! Porque las batallas libradas y ganadas no solo han servido para mejorar el ejercicio de los derechos fundamentales de las mujeres que van desde ser dueñas de sus bienes y sus amores a ascender la escala política, a disponer de su cuerpo, y a subir las escalas de un reconocimiento distinto al de ser esposas o madres.
Cada generación trajo su afán en lo que a las mujeres se refiere. En mi caso, por ejemplo, me enorgullece haber sido la primera mujer directora de noticiero de TV en Colombia, y la primera Presidente del CPB ( Emilia Pardo Umaña fue miembro de la junta directiva). Me alegra, aunque nadie lo recuerde, porque que eso abrió las puertas para muchas mujeres, por cierto tan o más capaces que yo.
Aprendí que, como en muchas oficinas, empresas y aún en la academia, uno no puede cargar con los resabios negativos de tantas mujeres que padecieron el estado de cosas llamado "machismo".
Todavía queda mucho camino por recorrer pero, en estas materias, Colombia lo ha recorrido con dignidad. Somos de los pocos países en intentar aplicar la ley de cuotas en la función pública, al menos nacional. Hoy la mitad del gabinete debe ser de mujeres y la otra mitad de hombres. Y eso no es gracia de Duque sino de la ley y de las ganas de las mujeres para superar los obstáculos. Entre otros, el pendiente de “a trabajo igual, salario igual”.
Saber que somos capaces de distinguir entre una funcionaria capaz y la trayectoria y las ejecutorias de una Abuchinen es una lección que le ha costado aprender al país. Inflar a una pre candidata Cabal con preguntas que no incluyen evaluación de su capacidad sino producirán respuestas de cajón, es otra falla que hay que enmendar.
Porque de lo que se trata no es de hacer “como si” se dieran pasos adelante no solo en derechos sino en iguatitarismo de la sociedad colombiana. El esfuerzo individual tiene repercusiones enormes en el cambio social, pero no habrá cambio social, al menos en el caso de igualdad entre hombres y mujeres,y en la lucha por una sociedad más igualitaria, sino cuando ya la piquiña no sea sino un mal recuerdo y lo importante se comprenda con más análisis que pasión.
NOTA .- A propósito del artículo en El Espectador de Cecilia Orozco, excelente y valiente directora de Noticias Uno: Antonio Caballero no era machista pero sin duda, era muy consciente de la rosca cachaca a la que pertenecía, lo que no le quita ni lo valiente ni lo cortés ni lo buen escritor.
Y a propósito de la entrevista del periodista Javier González Penagos :
Si de corchar se tratara, las preguntas deberían ser mas inteligentes, no presentir la respuesta y ser menos perseguidoras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario