lunes, 25 de noviembre de 2013

¿DOS FALACIAS DE LA ÉTICA ANTIÉTICA?


Mejor  ética civil  al estilo de Adela Cortina  que...

Julito, desde su W  y  con alma de buen samaritano dijo bondadosamente que  lo  de   Natalia Salazar,   estudiante  de  una escuela de diseño en New York City, había  sido un error.

 Daba a entender además  que  la joven  era perdonable por su juventud. No  le he escuchado nada  tan caritativo con, por ejemplo, los  jóvenes  rateros  de la  tremenda  inseguridad bogotana.

Porque  el plagio es  un robo intelectual,  es decir, un delito… En el caso de marras no se cometió de buena fe, sino de mala fe.  Como lo dio a entender   con claridad escueta una gringa  entrevistada por la W,    eso no se hace, independientemente   de lo que  decidan  la justicia o las personas más afectadas, si acuden a los estratos judiciales.

 Como era de esperar ( y sin que ello implique un juicio moral de mi parte pues  respeto  la ética utilitarista  aunque no  sea  la mía),  la moral  empezó a colarse por la puerta  de los empresarios de Santillana.  Para ellos   y como  había que recoger  todos los libros   de contenido plagiario,  el asunto era de plata. La niña, en cambio  se excusó diciendo “tal vez la presión   de la fecha de entrega y de trabajar con una de  las personas que más admiro me ganó” . 

A Kilómetros del éxtasis  del  jet Set  y  refiriéndose al  tormentoso  mundo verde,  Monseñor Gutiérrez   le aclaró a  María Elvira Soto, editora de la Unidad investigativa de El Tiempo, que  no le había vendido su alma a los esmeralderos y que “ como cura le digo no al pecado, sí al pecador.  Como ciudadano debo   buscar la paz”  ¿Quiere esto decir que hay que olvidar el delito? ¿Mejor no preguntar?   

Ambos casos muestran las deformaciones éticas que atraviesan la sociedad colombiana. No hay claridad ni en  los principios, ni en  las características de la ética civil, la única  que podría enderezar  un país  en el que la religión ha fracasado en  propiciar la convivencia ( digo la religión y no algunos sacerdotes como el Padre de Roux).
  
En un caso,   la  excusa  criolla típica del  estrato ; en el  otro, el menosprecio por lo civil   en la valoración ética de  los  seres humanos.  Ambos justifican éticamente minimizar la  trascendencia moral del delito.

Porque   hay  que distinguir entre   construir paz  con los enemigos o con  los transgresores  y aceptar  que  la solución para la impunidad sea  el perdón y el  melcochudo  amor al otro.

Por eso, cambiar de valoraciones  es lo que recompensaría  el esfuerzo de tantos jóvenes que tienen que salir adelante  con obstáculos más allá de haber  cometido un error de esos de la niña play que seles presenta como "modelo".
  
Cambiar de valoraciones es  ir  más  allá  de una solución discursivamente  bondadosa como la que ofrece el santísimo  Monseñor  Gutiérrez. Es superar la ingenuidad de  los misioneros  de una paz que  nadie sabe a ciencia  cierta concertar  y que no se resuelve con el nombramiento de una comisión o de un Delegado de Paz para  la región.

La desestructuración ética de   la sociedad colombiana  solo se  remediará mediante el respeto a la ley y   la cohesión social en torno a unos  principios  que  se asuman, no por ser religioso o  pecador, sino  porque cada ser humano vale tanto como uno mismo…

¿No ha  sido el país  demasiado condescendiente con los que violan  la ley según su estrato o  la fuerza de su violencia?  ¿No lo ha sido demasiado poco con aquellos  cuyo sistema de valores  no es el tradicionalmente aceptado, causante de la inmoralidad y de la fractura ética?
_____
RECOMENDADO: “Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y Sociedad”, Adela Cortina, Taurus, 1998. En especial  capitulo 3, Moralina burocrática;  Epilogo,  Globalizar la justicia, propiciar la felicidad.





No hay comentarios:

Publicar un comentario