Los cumpleaños sirven para todo… incluido el de los 20 años de la medición de
la competitividad que los
economistas-yuppies o no yuppies- han
“celebrado” con argumentos – económicos,
por supuesto-. Es decir que, por lo general, no les parecen muy importantes ni los comportamientos humanos
ni los procesos realizados por
seres humanos.
Manuel José Cárdenas,
en artículo de Portafolio ( ¿Qué es la competitividad?)[1],
señala
el cambio de enfoques teóricos de la medición: del enfoque “mercantilista”, proyectado hacia lo internacional ( y pregonado por la Harvard Business School hace 20 años), se ha llegado a uno “más integral de competitividad sistémica”.
Implica consideraciones “micro” (definida por Cárdenas como lo empresarial), “meso” (región
o industria ), y “meta” (cultural). Reprocha que, en Colombia, el
Sistema Nacional de Competitividad se esté asimilando con el plan de
desarrollo y sugiere que se deberían utilizar
como referencia los 12 pilares del Foro Económico Mundial.
Catalina
Crane [2] se esfuerza en cambio en derrotar el pesimismo con argumentos que, a mi modo de
ver, tienen más que ver con la
economía que con el ser humano, como sucede
con no pocos egresados de las imponentes
universidades americanas o
anglosajonas cuyo pedestal en Colombia es por
supuesto Harvard, el sumun
de la academia. ¿Lo es?
Pero, ¿cómo se analiza la competitividad? Algunas
inquietudes:
- “La base de la competitividad es la estabilidad económica”
(¿A cualquier costo humano?)
- El gasto en ciencia
y tecnología es bajo, pero es hoy el doble de los 90 (¿Es 0.45%
satisfactorio o un síntoma de las prioridades discursivo-políticas más que
un real progreso en el
contexto que favorezca la investigación científica? )
- Atraemos inversión
extranjera más que otros (¿Es la minería un indicador de competitividad, o de saqueo ecológico?)
- Hoy tenemos uno de
los mejores indicadores macroeconómicos
de la región y del mundo ( ¿qué decir de la desigualdad?)
- El país no ha
avanzado, pero por culpa de la apertura
mal diseñada… los TLC son la solución ( ¿lo
serán por sí mismos? ¿ Qué pasará con
nuestra ineficiencia?)
Así como se cree que un semáforo económico puede
dictaminar el nivel de competencia
y ejecución de las entidades del
Estado (el semáforo de Doña Lorena, por ejemplo), así la competitividad en manos de los economistas o de las mediciones económicas, sin ningún aporte de las ciencias sociales, es como buscar la calentura en las sábanas. Metáfora muy gráfica, pues el
enfermo solo le transmite a las sábanas
el calor de la fiebre pero ni el
diagnóstico ni el remedio.
¿ Donde está el
remedio? Además de la prepotencia economicista, es necesario buscarlo también en los
comportamientos, en las realidades sociológicas de la corrupción ( como lo hace, por ejemplo,
Salomón Kalmanovitch), en las maneras de afrontar la ineficiencia de los
procedimientos ( que tiene bloqueada al Estado).
A mi modo de ver, el remedio empieza
por reemplazar la discursividad y la teoría por el énfasis en el cómo y en el seguimiento y
evaluación de los procesos.
Una
parte de los asesores del actual Palacio ( y de todos los gobiernos,
pero este es otro tema) cada vez más graduados
en las universidades anglo sajonas, se dedican más a las encuestas y a las
cifras que a la
manera humana de afrontar las
deficiencias. Eso no quiere decir ni mucho
menos, que serán inhumanos (sería una temeridad afirmarlo) sino que, en cierta
forma, minimizan la importancia
de las explicaciones sociológicas
o sicosociales en relación con las fallas de calidad, las incompetencias.
En otras palabras, lo “macro” no
remedia los errores de los procesos, no
solo de tomas de decisiones sino , en
general del HACER.
Buena parte de los tropiezos de la reforma en salud, por ejemplo, se deben a que el muy inteligente y capaz
Ministro no tuvo en cuenta que su proyecto, más allá de lo perfecto o imperfecto , debía
“socializarse” o consensuarse antes , explicárselo
a los pacientes; contrarrestar humanamente
las posibles oposiciones, –ilustradas
o no-. Más allá de las cifras, el éxito de su procedimiento quirúrgico al sistema implicaba entender las lógicas parlamentarias ( ahora en la
Cámara, el proyecto tendrá 19 ponentes),
las lógicas de los pacientes, los
hábitos y egoísmos de todos los sectores
del sistema, empezando, por supuesto por las EPS y no pocos médicos.
Con precipitud, Minsalud presentó una “solución” económica que no
tuvo en cuenta que una cosa es la teoría y otra, la
realidad y que, sin ésta, nada existe. ¿Era innecesario tomarle el pulso a país? ¿ No
ha sido peor la pérdida de tiempo?
Así como las
encuestas no reflejan la realidad, así
tampoco lo hacen las simples
estadísticas , mediciones o perspectivas economicistas.
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"tenemos que interesarnos en la historia de la participación de la gente y la razón pública " (pág 322) |
Recomendado: El libro del premio Nobel de Economía
Amartya Sen, “ The idea of justice”, The Belknap Press of Harvard
University Press, Cambridge, Mass. 2009 ( existe traducción en español) . “la
justicia está en últimas conectada
con la manera como transcurren las
vidas de la gente, y no solamente con la naturaleza de las instituciones
que las rodean” (pág 10) Sen revalúa a Rawls y a sí mismo y concluye que los comportamientos y las interacciones
de la gente son también determinantes,
como lo son los medios de comunicación y
el debate público.
[2] Alta
Consejera Presidencial para la gestión pública y privada http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/catalinacranearango/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13175842.html
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