Obra Antonia Foto MTH |
¿Pero
qué es exactamente el equilibrio? Según el diccionario, es: “Estado o situación en que se encuentra
un cuerpo al contrarrestarse o compensarse de forma exacta las formas que
actúan sobre él” [2]
En sicología,
según el mismo diccionario, es una armonía, y la valoración justa para la
consideración de todos y cada uno de los
datos.
A mi modo de ver, el
equilibrio es también armonía para la comunicación en general.
En un trabajo
periodístico, el “cuerpo” informativo es equilibrado
cuando produce armonía
social y propicia consensos en vez de polarizar o de estimular una
estéril peleadera.
Por eso, tanto
la valoración ética como la del derecho a informar y a ser informado en relación con el equilibrio, desarrollan
conceptos como el de
transparencia y de acceso a la información pública. ¿Para
qué? Para que los gobernados puedan
saber cómo se toman las
decisiones de gobierno que los afectan, y sacar
conclusiones “equilibradas”, que
indican madurez política y no apegos o
desapegos emocionales y caudillistas.
Pero en periodismo y comunicación sometidos a
los dictámenes del rating o de los gobiernos de turno, el
problema radica en que la valoración del equilibrio se ha vuelto
muy subjetiva . Se basa
en prejuicios arraigados sobre la
manera de cubrir los acontecimientos.
Dos ejemplos
recientes: el domingo 21 de junio, Noticias
Uno le hizo en La Habana una entrevista
a Marcos Calarcá, de la delegación de las FARC, sobre el tema específico de los atentados contra la población civil. Este rebatió teóricamente (“¿equilibradamente?”) El argumento del Consejero Presidencial Sergio
Jaramillo, cuando afirmó
en un foro que dejar sin luz a ciudades enteras no era
un “acto de guerra”, sino un atentado contra
la población civil. No, replicó
en su entrevista Marcos Calarcá: es un acto de guerra.
Obviamente, la
discusión planteada puede durar una
eternidad pero no les deja a los televidentes una sensación de “equilibrio”, sino de discursividad. Porque el equilibrio, para los
receptores, es mucho más complejo
que preguntarle
al uno y al otro, aún en el mismo espacio,
si para ellos es o no un acto de guerra.
En sentido
contrario, la rueda de prensa
( por cierto como todas las ruedas de prensa) del nuevo ministro de defensa
L.C. Villegas tampoco trae una sensación de equilibrio cuando advirtió
que de ahora en adelante llamaría las cosas por su nombre: acto humanitario , como el de quien ayuda a una anciana a cruzar la calle y terrorismo el acto de tumbar una torre de energía que
deja sin luz a toda una población civil . Las consecuencias, por supuesto,
dejan incertidumbre y refuerzan la ambigüedad, porque
se supone que uno no negocia la paz con terroristas.
Pero
ni el periodismo ni los
medios pueden salirse por la tangente diciendo que quienes
son desequilibrados son las fuentes. ¿Por qué? Porque las fuentes
(Marcos Calarcá y el nuevo Mindefensa en este
caso) son por naturaleza “desequilibrados” en cuanto a lo que consideran
su verdad. Pero eso no
justifica que el periodismo deba serlo.
Obviamente,
el equilibrio en periodismo es mucho más complejo que abrirle micrófonos a sus fuentes. En
Colombia y en muchos países, el equilibrio es un mito
cuando se delega a las
fuentes definirlo, cuando se cree que basta con
preguntarle al uno y al otro.
El periodismo
solo puede encontrar equilibrio mediante
una actitud proactiva y no simplemente pasiva de “registrar” lo que dice
el uno y el otro, y tratar de balancear en las estáticas
“mesas de trabajo” o en los
“programas de opinión” lo que no se consiguió con la
investigación periodística.
Sin
duda, uno de los retos mayores para medios y periodistas es cubrir
el conflicto armado con un
equilibrio propio y sin
recostarse sobre sus fuentes, por
cierto muy escasas y casi todas oficiales. Advierto que lo “oficial” se refiere tanto al gobierno, como a la oposición, como a la subversión.
Recomendado
La
acción de los medios
Los
medios de comunicación y el interés
público
Denis
MCQuail
Amorrotu Editores, 1992
No por ser viejos, los
clásicos, como este de libro de
Denis Mcquail dejan de ser fundamentales. Si así fuera, nadie leería a Platón o
Aristóteles.
McQuail analiza la tradición investigativa en medios en
relación con criterios de
evaluación , métodos y modelos de evaluación, aspectos como equilibrio,
relevancia, “objetividad” ( que
por supuesto no existe), estructuras valorativas de la libertad , la diversidad y, en general, todo lo que
constituye la “acción de los medios”. Bien
valdría la pena un repasito del
periodismo colombiano sobre el tema.
Mientras llegamos el próximo jueves al
séptimo mito, ojo con el cumplimiento de la “ley de Garantías”
[1] Mito,
en dos de sus acepciones se aplica 1. a cualquier
tipo de invención o relato fantástico que desfigura o se aleja de la
realidad 2.fig persona o cosa que
han sido idealizados por atribuírseles cualidades o virtudes extraordinarias que
exceden a la realidad y entran en lo fantástico. ¿Hay mitos
que crea o refuerza el
cubrimiento mediático? Desde
luego, y son más de diez, por lo cual
espero sugerencias.
[2]
Gran diccionario del español actual, SGEL
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