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Consideraciones para el análisis de un escándalo mediádico, desde luego susceptibles de debate.
Algunas son positivas; otras, negativas; muchas veces ignoradas por los fundamentalistas de uno y otro lado.
En todo caso, muestran lo difícil que es cualquier intento de construir convivencia y de aplicar los principios elementales de la ética pública en nuestro país .
1- De no haber sido por
los medios de comunicación colombianos,
no se le habría dado importancia ni debate a la contratación del fiscal y
su monto.
2- De no haber sido por el
discutible Ernesto Yamure,
quien fue el primero en escribir
sobre el tema (mientras -porque, como muchos recibí copia de su artículo- no se me demuestre lo contrario) el
caso no habría tenido la mala leche
que tuvo, como se deduce de la
simple lectura de su artículo, que
muestra rabia, mezquindad, odio
personal, deseo de humillar y ensañarse. En este caso, con invasión malintencionada
de la vida privada, que llevó luego a un
intercambio de estupideces - salvo
algunos ejemplos literarios, como el artículo de Santiago Gamboa el sábado 18
en El Espectador- sobre cómo llamarse, y
a no llegar al meollo del asunto.
3- De no haber sido
porque la conciencia colectiva del periodismo
es maniquea (obsesión por cierto
colectiva, no sólo del periodismo) y mediante la cual lo que diga el uribismo es malo, lo que diga
las FARC es malo, o viceversa, pero
si dicen lo que uno piensa es
bueno.
La llamada
“ética de bolsillo”, que se expresa aquí en términos de odio y amor, trae consecuencias: No se decantó la columna
de Yamure ni se le pidió a
Natalia Springer que mostrara sus diplomas antes de destapar el escándalo. Solo esta semana hubo una que otra
investigación propia del periodismo, aunque sigo
sin ver copia del documento original o prueba de los diplomas. Por cierto, un tema menor pero que, llevado a condiciones de
contratación , se puede volver mayor.
4- De
no haber sido porque ni los medios
ni muchos periodistas se tomaron el tiempo de decantar el reciclaje de información[1]
(y
en cambio se solazaron en su
morbosidad), el tema habría tomado unas dimensiones mas serias. En
vez de sensacionalista, de focalizarse en el cambio de apellidos y en los diplomas, la espiral[2],
se habría dedicado a ahondar
en el tema de fondo: contratos paralelos y a dedo.
5- De no haber sido
porque se filtró a los medios el
contenido del informe del equipo de Alejandro Ramelli, ex jefe
de la Unidad de Contexto, el pobre
señor, habría renunciado sin
pena ni gloria y se habría consolidado la interpretación que lo había
hecho por despecho. Es decir, se habría
vulnerado su derecho a una buena reputación. Lastimoso ejemplo de
uso y pasividad de los medios frente a
la pluralidad de “verdades” para tratar de entender lo que sucedió.
6- De no haber sido porque la calentura se quedó en las sábanas , se habría llegado con mayor rapidez a un elemento esencial de la democracia , pero sobre todo de la ética
pública, tanto nacional como internacional
( esto para incluir al Juez
Garzón et al).
Surgen entonces una
cantidad de preguntas que hacen
quedar mal a todos
los protagonistas:
La doble moral de periodistas que
se volcaron inmisericordemente contra la que antes adulaban,
con una saña que refleja su
propia insatisfacción, su mediocridad intelectual, y su pérdida de sentido de los límites. (
Entre otras dimensiones ¿ por qué será
que los entrevistados de todas las
tendencias por medios radiales
siempre se despiden del periodista con “un abrazo”? ¿ familiaridad indebida? )
La doble moral de
columnistas y participantes en paneles
o mesas
de trabajo de medios, que no hacen
explícitos sus intereses particulares, pero que le caen al “caído” ( en este caso “la caída”).
La doble moral de un fiscal discursivo, que, por una parte
intenta con honradez sacar adelante ideas progresistas y construir la
justicia transicional pero que,
por la otra, embriagado por su
autoimagen y lo mediático,
justifica a como dé lugar una
contratación desproporcionada, sin concurso de méritos y partiendo de la base que una persona como el juez Garzón es el único experto en justicia transicional. Lo
mismo sucede, por cierto,
con Felipe González, Clinton o Aznar.
La discutible moral de un sector público que se
ha ido acostumbrando a la nóminas
paralelas, porque el Estado se ha
bloqueado gracias a su propia
burocracia clientelista.
El discutible clima de liviandad provincial que nos lleva a creer que somos los mejores en todo, pero que nos lleva
a vivir organizando foros
internacionales para que
otros nos digan lo que ya sabemos y creando asesorías.
Salvo excepciones conocidas, ¿ donde
está la producción intelectual de la
mayoría de nuestras Universidades? ¿ Por
qué sigue tan vivo y coleando el
caudillismo y, al menos en las ciencias
sociales, se cree mas en
el nombre de una persona que en
el trabajo de un equipo? ¿Cómo nos estamos preparando
colectivamente para el
futuro ( aunque no lo sigamos
llamando posconflicto?)
Conclusión: un caso
pequeño, tratado con pequeñez y mediocridad, pero que refleja un contexto que no asumimos
mas allá de las pasiones y la corrupción de mentalidades.
¿ Se intentará
resolverlo por foros y una comisión?[3]
En el fondo, el problema no radica en
las ambiciones o las pasiones , sino
en la credibilidad de un Estado ,
de un gobierno, del poder judicial, del Congreso, del periodismo y de la
academia. Más que construir paz (término ambiguo, ver glosario) valdría la
pena intentar reconstruir esa
credibilidad ética en cada campo, en
vez de solazarse en el impacto inmediato.
[1] Reciclaje en términos
mediático-periodísticos es utilizar
los contenidos de otros medios
como ingrediente principal de lo
producido por el medio en cuestión. En
periodismo, los medios radiales y televisivos colombianos utilizan
esa práctica que antes se llamaba “fusilar” y que contribuye a que la
agenda mediática sea cada vez más
monótona, además de dependiente de lo que digan o hagan el Presidente y sus
Ministros.
[2] El término de espiral tomado
de Elizabeth Noelle-Neumann no es solo
aplicable a las minorías
“silenciosas” sino a las temáticas
que se omiten https://es.wikipedia.org/wiki/Espiral_del_silencio.
El clima de opinión (no suscitado por el miedo sino la mezquindad) creado por los medios, el periodismo y la política,
formó en este caso una espiral focalizada en temas
menores, a favor o en contra del fiscal y de Natalia Springer, en vez de analizar los
contextos y proyecciones.
[3] A propósito del tema, antes de que explotara
mediáticamente, recibí una llamada
de Natalia Springer , a quien no
había visto sino dos veces en mi vida, pero
cuyos escritos en los medios leía con interés. Que necesitaba verme con urgencia y, como estoy recién
operada, la invité a un café en
mi casa (aclaro para que los Yamure et al no piensen mal ). Allí me contó su
versión de la tormenta que se aproximaba, que consideraba “un complot” y me solicitó que formara parte de una comisión de ética
para estudiar los documentos. En
forma tajante pero cortés ( lo
que muchos ambiguos periodistas no
practican ) le dije que no, y le sugerí que entablara una denuncia penal ir calumnia e
injuria contra lo que llamaba complot, en vez de lanzarse, como me expuso
largamente, en acciones jurídicas
novedosas, basando su defensa contra la instigación al odio
y contribuyendo así a crear una novedosa jurisprudencia.
Ya lo había pensado pero Ud lo relata de manera precisa.Periodismo parroquial y mediocre.Todo lo reciclaron de Yamhure .Quien caricaturizó la verdad. La trampa de Julio en la W.Y Natalia de manera ingenua entró en el juego, para luego ser caricaturizada al día siguiente por él su otrora amigo.Será que cambiamos?
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