Gracias
a la polarización y caudillización
propiciada por las encuestas, al cubrimiento mediático audiovisual que hace énfasis en la imagen más que en el
contenido, no sobra
recordar las consecuencias
nefastas de focalizarse en un líder
que nos salvará de las catástrofes. ¿Por qué?
CREER EN UN
SALVADOR es rezago directo del mesianismo caudillista, que consiste en
encargar de todas las responsabilidades a una sola persona, considerada
todopoderosa. Es la manera más
fácil de ejercer ciudadanía sin
compromisos.
CREER
QUE NO IMPORTAN LOS CONTEXTOS es
minimizar la trayectoria y capacidad del
equipo de personas que van a acompañar al
candidato si es elegido.
Nuevamente, en parte gracias a las encuestas y a
los medios, que focalizan en candidatos,
el resto de los colombianos no
tenemos ni idea de qué tan capaces van a
ser los que los acompañan.
CREER QUE
LAS SOLUCIONES DEPENDEN DE LAS PROPUESTAS TEÓRICAS es no tener en cuenta
la capacidad
administrativa, la garantía de nombramientos por méritos y no por afinidades con el Salvador. Padecimos en
Bogotá un ejemplo elocuente con la administración Petro, sin
mencionar la corrupción de
Samuel Moreno.
CREER
QUE INFLUYE QUE UNO CANTE SU VOTO, es de
pronto un ejercicio del ego sin consecuencias, como me pasó
en no pocas ocasiones a lo largo
de mi ya larga vida, que se me iba
inútilmente en exaltarme con uno u otro candidato. No lo aconsejo.
Son
válidas las preocupaciones en el sentido
de que en estas
elecciones se vislumbra un
fortalecimiento de la corrupción y de los clanes políticos, del poder
local resistente a cualquier cambio,
que ha contaminado principalmente a los partidos liberal, conservador, Cambio
radical, la U, pero también al Polo. Sin estructuras internas de control, más le vale a
los ciudadanos, sobre todo en los cuerpos colegiados, escoger con lupa.
Por lo anterior, resulta
mejor averiguar por quien no
votar
En ese sentido han sido de
gran ayuda ONG como la MOE http://bit.ly/1Rka3ZC
o
Transparencia internacional, La Silla
Vacía, líder en investigación política , pero también los columnistas , como Salud
Hernández, María Jimena Duzán, y por supuesto, Pascual Gaviria y Héctor
Abad etc. Etc. . Y medios
como Noticias uno, o
RCN con Yolanda Ruiz. Es un aporte
valioso del periodismo para no dejar pasar lo que no se puede dejar pasar.
El argumento que han dado partidos como
el Liberal (otros se han hecho los sordomudos, como Cambio radical) en el sentido de que es
infame sacar cuestionamientos hechos a los
candidatos y c coartar la libertad de voto porque se
viola la presunción de inocencia es un
sofisma inaceptable:
1-
El elector necesita más
información y elementos para superar la etapa “emocional” de sus adhesiones, y adquirir mayor criterio.
2-
No se está vulnerando la presunción jurídica
de inocencia, sino que se está opinando
sobre el comportamiento moral y ético
de ciertos candidatos o sus allegados.
3-Recortar
ese derecho a advertir cuando hay
percepciones de inmoralidad es
más bien limitar la libertad de expresión y el debate ,
fundamentales para la democracia.
No se puede confundir
lo ético con lo jurídico
Entonces veamos algunos
cuestionados
César Rojas en Cúcuta
Milena Jarabe en Sucre
Sergio Araujo, Arturo Calderón , o Franco Ovalle en Cesar
Juan Carlos Martínez Quiñones en Leticia
Edilberto Suarez pinto en Puerto Nariño
Arcenio Sandoval en Yopal
Oneida
Pinto, Luis Enrique Solano, en La Guajira
Luis Pérez en Antioquia
Didier Tavera en Santander
Dilian Francisca Toro en el Valle
Marcela Amaya en el Meta
Quinto Guerra en Cartagena
Etc. etc.
Escuché el
otro día en RCN la Noticia, la
teoría de un profe – aclaro que
rolo- según la cual en Bogotá tenemos una escala de valores distinta de la Costa. No
señor, la ética es una: los principios
no se moldean según el bolsillo o la situación geográfica. Y hay
que honrar a los costeños decentes, no avalando la inaceptable
corrupción.
Ojalá la Misión
de Observación Electoral y
Transparencia Internacional sigan
publicando las trabas e
inmoralidades que perjudican el
ejercicio del derecho al voto, ya que el
Consejo Nacional Electoral ha sido tan
tímido para investigar más allá
de la también inaceptable trashumancia.
Y una sugerencia: no caer en el embrujo de que solo importan las alcaldías. Llegar a las urnas teniendo claro, independientemente de su filiación o afinidades políticas, que va a votar por personas que garantizan mayor transparencia y cumplimiento de la ética pública en concejos, asambleas, gobernaciones y como ediles. Porque, no nos digamos mentiras: los partidos tradicionales como tales, con estructuras sólidas de control ético, ya no existen.
Y una sugerencia: no caer en el embrujo de que solo importan las alcaldías. Llegar a las urnas teniendo claro, independientemente de su filiación o afinidades políticas, que va a votar por personas que garantizan mayor transparencia y cumplimiento de la ética pública en concejos, asambleas, gobernaciones y como ediles. Porque, no nos digamos mentiras: los partidos tradicionales como tales, con estructuras sólidas de control ético, ya no existen.
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