jueves, 24 de marzo de 2016

¿Cuales son las consecuencias del odio y la polarización?




“En estos momentos en  Colombia  no se puede tener confianza en nada ni en  nadie“ - escribe una  tuitera a propósito  de la desafortunada frase de la Canciller cuando declaró que “no confiamos  en la  Corte  de  La Haya”. 

Su comentario recalca  el clima social  de  desconfianza, que a mi modo de ver ha sido reforzado  tanto  por el odio como  por la polarización, tendencias características del debate mediático,  político y judicial en Colombia.

Aunque el odio  y la polarización,  como el miedo,  son  fenómenos  generales  en Occidente, de todas maneras  se ven  intensificados por causas  diferentes  en cada país.

En  Europa, la migración,  pero también los errores  cometidos por  las potencias en  Asia y Africa,  crean desconfianza, odio, miedo y polarizan en torno a la exclusión.  En Estados Unidos -meca  del consumismo y de la imagen-, los medios inflan  personajes  de reality show como Trump,  que  se vuelve  centro del debate político.

 En  Colombia,  donde se ha agudizado  la desestructuración  institucional y ética,  predomina cierto nihilismo. Un nihilismo fatalista,  impulsado  por la caudillización  mediática cuando, como reflejo condicionado, crea  agendas de peleadera;  por evidentes  bandazos  gubernamentales; suscitados por creer demasiado en  la rosca palaciega;  pero también, por un  mal uso del poder institucional que  lleva a abusos, según los afectos y los odios , en la  persecución o  en  la protección de los interés  propios y  cercanos.

El  equilibrio, por ejemplo,  es  un valor periodístico y político fundamental,. Sin embargo,  algunos en el país  lo  distorsionan de manera perversa.   Asi se van  creando tendencias  que se  transforman  en “verdades”  poco controvertidas y a veces ni siquiera percibidas, más allá de la polarización,  del “me gusta” o “no me gusta”.

Valorar el  odio- como el amor-  en  una ética de los comportamientos ciudadanos,  resulta  negativo.  [1] Muy  distinta es  por ejemplo, la solidaridad  (que determina la capacidad de trabajar  en equipo).  Pero el odio y  el  amor aplicados a la política y  al periodismo  se vuelven  manipuladores  de otros valores como  la confianza y el irrespeto a los que no piensan como uno. Amor y  odio llevan a segregar  la sociedad colombiana dependiendo del uribismo o el santismo, del clan, de la rosca, del conjunto cerrado, de  la  región versus  en centro y del centro versus la región.


CUANDO EL  “EQUILIBRIO” TAMBIEN SE VUELVE PERVERSO…


Los medios  fomentan sin duda la  polarización y  el odio cuando  le dan a  la  noción de equilibrio  un contenido casi mecánico: fiscal  contra procurador y viceversa,   declaración de  Santos,  búsqueda de  reacción de Uribe, o vice versa,  y así sucesivamente.

Para el periodismo audiovisual,  la situación  es cómoda. Nada  más  fácil  que conseguir  reacciones  basadas en esa noción  simplista del equilibrio,  con el poder reforzado de la imagen  o la voz .

Mientras que  medios escritos  como  El Espectador,  el Heraldo y el Nuevo Siglo  hacen  esfuerzos de análisis,  el Tiempo  o otros medios  regionales  se  acomoda cada vez más en una posición en la que  importan más la imagen que los contenidos analíticos.
obra y foto MTH

 Pero, a mi modo de ver,  el impacto más  perverso  tanto de la polarización como del odio se observa  en uno de los pilares de toda democracia:  la administración de justicia.  Porque el odio  de exclusión  es a veces solapado y, en el periodismo audiovisual, virtual o  escrito,   la mayor irresponsabilidad proviene sin duda de considerar  como  fuente principal de las noticias las cúpulas que odian, solapadas o no.

No es de extrañar  entonces el  impacto devastador  de esas tendencias  sobre  la administración de justicia:

Primero  fue la caja de resonancia  que los  medios  le hicieron al Presidente Uribe  cuando  empezó a descalificar la administración  de justicia  como reacción a  las sentencias  condenatorias de sus  inmediatos colaboradores.  Y ahora, cuando  declara que su hermano es “preso político”, esperando, sin el menor pudor, espera le crean  en las  jurisdicciones interamericanas  cuando   despotrica contra las nacionales.

El  Fiscal  y el Procurador, por su parte,  asumieron  evidente  responsabilidad  por el descredito de la  justicia  al dejarse contaminar  por  la politización,  al  subírseles  el poder  a la cabeza y  al intervenir  en  temas políticos, no solo  en el caso del proceso de paz.

 La cereza del ponqué  ha sido sin duda la reacción política, sin pruderbcia alguna  a temas que no lo son,  encabezada por el  Presidente. Llevó  al desconocimiento olímpico   de la  jurisdicción de la  Corte Penal  Internacional,  sin intentar   siquiera un acercamiento político  con Nicaragua, necesario para    avanzar en el terreno de  un acuerdo bilateral.  Mientras que los nicaragüenses se movían calladitos y eficientes,   como lo anotaba un analista,   ni  el embajador  colombiano en Nicaragua era  abogado  ni los  grandes gurúes  ante la CPI eran  internacionalistas, sino  connotados  constitucionalista y  administrativista.

Así mismo,  poco a poco,  la administración de justicia  se ha ido desmoronando. Por supuesto,   gracias a la ineficiencia del propio  sistema  judicial. Pero también,  con  el ingrediente, en la receta de su  desplome, de  un espectáculo mediático.    El excesivo peso de lo judicial  en  los medios ha sido  a veces  una manera  cómoda para el periodismo de  hacerle seguimiento a los  procesos de Paloquemado en vez de ir a las fuentes primarias de investigación.
Lo malo es que ya  se  nos está viendo   el cobre de nuestra propia mediocridad y que ensillamos antes de traer las bestias, como lo han recalcado discretamente tanto el  Papa Francisco como el  Secretario Kerry. 

¿SOLUCIONES?

Que las hay, las hay. Muchas “soluciones” son más de criterio y de ética que  de  reformas o cambios. Veamos algunas:

  • Que la terna  para  nuevo fiscal  incluya personas que sobresalgan  por  su trayectoria  y no por su presencia frecuente en los  medios o su cercanía al  Presidente. Y que los medios  no hagan circular  rumores como  que suena  el  señor  Néstor Humberto  Martínez  sin ninguna  experiencia,  pero  “intimo”  de palacio y del grupo Sarmiento Angulo.
  •  Que el Procurador  no siga haciendo campaña política  desde su cargo, con la vana ilusión de que puede ser un candidato  creíble a la Presidencia de la República, ejerciendo un poder  de  persecución -y de crucifixión- sobre el cual le convendría  reflexionar  en  esta semana de  pasión.
  • Que   los medios  dejen de estimular el ego   de personajes que no se lo merecen y acudan a  fuentes  académicas  como fuentes de conocimiento  Por ejemplo, en el caso del derecho internacional y, sobretodo,  en el tema de la justicia transicional que  tantos  miedos  produce en algunos, tantas  ilusiones no  aterrizadas  en  otros y  tanta desconfianza  en los que  todavía no saben qué es.
  • Que se  cubran  temas diferentes de los  mal tratados  jurídicos y que se les dé la oportunidad a los que se han quemado las pestañas al estudiarlos.  
Soluciones más de ética que de reformas
  •  Que se busquen  nuevos interrogantes sobre las consecuencias  de los acuerdos en  vez de focalizarse  sobre lo que se dice  o se  hace en  La Habana . Y, como lo advierte por  ejemplo Manuel Rodríguez,  se entienda que será mas  dañino el llamado  posconflicto que el conflicto  en materia  ambiental.
  • Que  se haga realidad  la carrera  administrativa  por méritos y  que  los nombramientos no obedezcan  a criterios  subjetivos.
  • Que  los propios  ciudadanos  no adopten la posición  fatalista según la cual  todo está podrido;  que no se  escuchen los  engañosos  cantos  de sirena de los amores y los odios de la política y  el periodismo,  que  solo producen  una  nefasta  polarización.

¿Será posible?



[1] 1- Excusen el error en la  transcricpión del titular de El Tiempo en   "No confiamos en la Corte de La  Haya"  dijo   refiriéndose   a la Corte Internacional de Justicia y no a la  CPI  como  puse.
2- Las percepciones, como los  valores, como los estereotipos pueden  ser negativos o positivos. En los talleres  para periodistas  que sirvieron para construir Manuel de cubrimiento del desplazamiento  forzado interno  encontramos   mas de 390  adjetivos para valorar  negativamente a la población en situación  de desplazamiento  y  solo 90 valoraciones positivas.







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