obra y foto MTH |
Personas
como la suscrita nos hemos identificado con las zonas grises [1]
, esas que no aparecen en las encuestas
por el “si” y por el “no”. Eso nos permite analizar lo que es fantasía, inmediatez,
imagen. ¿Para qué? Para que no se sufran
desilusiones sobre el impacto
no inmediato de los acuerdos. Para que
no se identifique el “sí” con avalar deficiencias del Gobierno Santos, ni
impidan la crítica a algunas prioridades que no han sido debidamente atendidas, como el
sector salud y el
rural, cuyos presupuestos han
sido últimamente contradictoriamente recortados.
Tanto el papa
Francisco, como la ONU, la Unión Europea y nuestros países garantes o aliados han
recalcado, con mayor o menor discreción
y sutileza que es de los
colombianos la responsabilidad primordial,
tanto en lo financiero como en asumir la “implementación
( palabra bastante fea) de los acuerdo. No como simples espectadores o pedigueños de recursos, sino como actores, tanto en lo nacional como
en lo regional.
A decir
verdad, la discursividad colombiana ha sido más preponderante que la
concreción. Y eso es grave, porque los
contextos reales del pos acuerdo requieren, sin duda, un
mayor hacer que decir o prometer .
Concretar el
mamotreto implica además una responsabilidad
especial de los medios de comunicación y del periodismo. Bruce MacMaster, el Presidente de la Andi, no se refiere
directamente a ésta ,
pero si la sobreentiende:
“Los ciudadanos merecemos debates informados, debates respetuosos,
información completa e intelectualmente leal…Estamos sometidos a una sobredosis
de política, todas las sobredosis hacen gran daño, y muchas de ellas matan al
paciente”
Sin duda, hay medios y periodistas que empiezan a entender el inmenso compromiso de responsabilidad social que adquieren
frente a los acuerdos y
sus contextos.
Curiosamente, muchas son mujeres. Por ejemplo , Yolanda
Ruiz, como directora de noticiero, ha
entendido que la verdad no la
buscan solamente las víctimas de las
FARC, sino también las del paramilitarismo; y que son víctimas también las que
provienen de errores de estrategia militar, como fue el caso del abandono de los que cuidaban
la isla de Gorgona. En televisión, Noticias Uno sobresale - y por eso ha ganado tantos premios-
mientras que el absurdo “si o no”
del José Manuel Acevedo solo
contribuye a polarizar y a simplificar argumentos. Ni hablar de las secciones de
secretos, que ser pueden volver rumores
light sobre la vida social de los
acuerdos.
Y, a mi modo de ver, es “imperdonable” ( es decir, no se sanea
con pedir perdón) desde el punto de
vista de la responsabilidad social de los medios y del periodismo lo que sucedió con Sigifredo López. Ojalá no se produzca ahora un rosario de
perdones periodísticos para matizar la irresponsabilidad social del
cubrimiento. Porque una cosa es que las víctimas
perdonen y otra que los irresponsables no respondan
y reconozcan sus errores, que
todos podemos cometer.
A propósito, sobre
la -a mi modo de ver- descabellada propuesta de firmas para un debate entre Uribe
y De La Calle , recibí la
siguiente petición:
Acabo de firmar la petición de "Humberto : ¡Que
Uribe y De La Calle debatan en vivo sobre el #AcuerdoDePaz!" y me
encantaría que me ayudaras sumando tu firma.
Nuestro objetivo es llegar a 100 firmas por ahora y
necesitamos más apoyo. Para obtener más información y firmar la petición puedes
abrir el siguiente link:
Respondí lo
siguiente :
No estoy de acuerdo con esta petición pues creo que este
tipo de "debates" no lo son pues promueven la polarización, la
peleadera, el predominio de lo audiovisual espectacular sobre los contenidos y
desconocen que en tv. , imagen y gesto con solo dos personas
fomentan lo anterior. Distinto es la conversación entre académicos y expertos o su aporte
para profundizar en contenidos.
Sin duda, hace
falta mucho más análisis, pero también
formación de los periodistas que
van a asumir el cubrimiento y el
cumplimiento de los acuerdos. Una formación
que no sea de foros, sino de
talleres y en la que participen las facultades de comunicación social, por lo
general sumidas en el teoricismo y una
concepción más de tecnología audiovisual que de contenidos. Lo
he comprobado por las temáticas de los
“foros” o con estudiantes que a veces me
consultan pero que no tienen ni idea
de qué y como preguntar , por una sencilla razón:
las preguntas son el resultado de
un contexto previo de lecturas y de asimilar temas tan densos como son el
farragoso contenido de los
acuerdos o el lenguaje todavía decimonónico
de las sentencias.
Hay
aquí un gran reto y por lo mismo,
una gran oportunidad para las universidades regionales.
Pueden cumplir un papel fundamental
de integradoras de comunidades
locales fragmentadas y polarizadas
o incluidas y excluidas. Para
ello deben abandonar los modelos
educativos pasivos, y pasar a la
interactividad que propicia la política
pública de las TIC, obligar a los
educadores a seguir cursos de actualización, entender las lógicas
de los reintegrados, y de la reconciliación
que van mas allá de esas pedidas y dadas de perdón que están saturando el ambiente y
encerrándonos en nuestras
intolerancias .
RECOMENDADO
foto MTH |
El libro de León Valencia y Ariel Ardila, “ los retos del
posconflicto”, es un valioso
análisis de los contextos. Un
aterrizaje a la realidad que nos
espera una vez firmados los acuerdos.
Es el resultado,
no de improvisaciones (tan frecuentes en
este tema en los espacios de
opinión) sino de investigaciones profundas desde el
enfoque territorial.
Parte de
realidades para proponer
soluciones desde lo vivido por las comunidades. Así por ejemplo, en el
caso de la administración de justicia,
capítulo a cargo de Ariel Ávila
y Juan Diego Castro, no se ocupan
de la justicia transicional sino
que analizan cómo se pueden
impulsar embriones de participación
de jueces de paz en la administración elemental y más
expedita en las zonas rurales, como
funcionan en las zonas
rurales institucionalidades
paralelas que son más efectivas
que las absurdas tramitologías en la
resolución de conflictos menores de veredas
o barrios. Así mismo detalla las
particularidades regionales de la
minería y de la informal, que no siempre coinciden. Eso es
lo que los grises nos debemos proponer, en particular en los medios y el
periodismo: Dejar un poco a las cúpulas y escarbar en
las raíces de los conflictos
buscando a quienes han intentado solucionarlos por medios distinto de la violencia y la inequidad.
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