jueves, 2 de marzo de 2017

EL OTRO CENTRO PERVERSO… Y SUS CONSECUENCIAS

En  amplios  sectores de la  sociedad colombiana, parece como  si  se hubiera  perdido  o  no existiera  el sentido trascendente del hecho, sin duda  histórico,  de la entrega de armas de las FARC  bajo supervisión de la  Organización de las Naciones Unidas.

Como sucedió  en muchos episodios de nuestra historia,  solo las generaciones  futuras  se asombrarán de lo que  le pasó al  país,  aquí y ahora  en el 2017, sin sospechar siquiera que  hechos como éstos  no nos  sacudieron cuando los vivimos.

Bien  sea por  el impacto de peleillas mezquinas , por escándalos  de corrupción  que solo destapan  ollas  (unas y  otras mediáticamente ampliadas) no pocos ciudadanos  se instalan en  la indiferencia  o  son insensibles a lo que pasa aquí y ahora.  Eso  intriga a los  extranjeros cuando vienen al país, y no entienden que el Nobel  de paz se despedace de esa  manera  entre partidarios de Santos y  contradictores.  Pero sobre todo,  incapacita a los colombianos  para  avanzar, proponer, innovar o resolver colectivamente lo que  en  el futuro será  entonces una  simple acumulación de ineficiencias, vacíos, destiempos entre lo prometido y lo real. 

 A estos ciudadanos  ausentes, nada  parece sacudirlos.  Se  encierran en el fatalismo,  o se  enclaustran  en el marco estrecho de  sus  vivencias cotidianas ,  por  desconocimiento de  lo que ha sido la historia de nuestro país. Libran  batallas diarias   de trancones,  fallas  de servicios médicos, colas,  ineficiencias  burocráticas , o  asumen  la simple  actitud de no ver lo  que no tiene  conexión con sus  intereses personales.

Las redes  sociales y   los medios de comunicación audiovisuales son preponderantes en la  llamada por  Castells  “era de la información”, que   ahora merecería el titulo de  “era  de la desinformación”.  Alimentan a la mayoría  de los  usuarios, oyentes y  televidentes, pero  las noticias se construyen  alrededor de unos pocos temas, producto del  reciclaje de  lo que alguno  sectores del periodismo leen en la mañana,  en la tableta o en  papel. Sin mencionar las encuestas insulsas que  pretenden  radiografiarnos  como ciudadanos,  incentivando la polarización caudillista, y reemplazando  el análisis  constructivo de la  realidad mediante lo único que  resultaría útil,  la investigación .

 Basta  comparar, por ejemplo, El Tiempo y lo que  los noticieros radiales  ponen sobre la mesa, para comprobar el circulo vicioso  de  nuestro encierro  informacional.  Si por lo menos  acudieran a El Espectador,  a Semana o al Siglo,  que tienen mas  trayectoria  investigativa, pero no. 

Los hechos inmediatos  se presentan sin contexto ni proyección, como una  sucesión de  episodios de robos, atracos,  delincuencias  a cual más miedosas,  que   tan solo  construyen  desesperanza.  Eso importa  porque   radio y TV  son  hoy, con las redes  sociales,  el mayor ingrediente  informativo de la mayoría de los colombianos. No se trata de   debatir  si   internet es el  culpable ( que no lo es) ,  sino  si  los  contenidos alimentan  bien a los colombianos, sea  por lo virtual o   el  papel, que se  acabará en los medios en menos de cinco años. Se trata de los  contenidos y de las  costumbres  de  los usuarios  o receptores de recibir lo que esperan  o critican pero  siguen   recibiendo  por una especie de adicción.

Buena  parte de esta paradójica  asfixia comunicativa audiovisual, que se  alimenta de politiquerías y chismes,   no solo enrarece  el ambiente , sino que  nos  produce por contagio, una parálisis mental, más allá de la diarrea  sicológica que tanto se ha mencionado aquí.  Una parálisis mental que se origina en el  centro  y se transmite  a todas las periferias.

¡Milagro! En lo mediático centralizado,  aparece  una  única  solución, para salir  de la asfixia.  Supuestamente para  el desarme de las armas mentales,  se  lanza al  ruedo “informativo” , además de la pelea entre Vargas Lleras  y Santos,  o  el  voto a los  16 años y  las listas  cerradas  o la  financiación pública para resucitar a los agonizantes partidos, otro tema  que  producirá vergüenza histórica  frente  a lo que  hubiera podido  sacudirnos sin violencia  como sociedad.

  ¿Quien  será el  próximo presidente?  Es el  alimento sin vitaminas  que deberemos tragarnos  ahora , para  no pensar en lo que nos está sucediendo. Para  no  afrontar cómo  vamos a  motivar a aquellos  a los que les vamos adelantar la  edad  de convertirse en  colombianos  “políticamente activos”,   o a los que simplemente  van a reintegrarse porque han dejado las armas.

¿Cuales son  las  consecuencias  e irresponsabilidades de ese centro de atención  perverso en  el que los principales actores  son  los políticos y los medios?  Llevan a abandonar  por  completo el detalle de lo  colectivo,  ignoran olímpicamente  lo local  y  las pesadumbres  de quienes  padecen las consecuencias de esos comportamientos. Se satisfacen  con la inmediatez   del impacto  sin  el ayer ni el mañana.  

Desde el periodismo,  y en ese mar de verdades a medias,   en ese mar de  lo audiovisual, se concreta la  actualidad privilegiando las encuestas,  la peleadera, las confrontaciones  caudillistas,   pero no sirve de brújula.  En  otras palabras,   es la mejor  manera de perpetuar la violencia… a pesar de la paz.





 



















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