Que un empresario, ingeniero de profesión, inicie en edad más que madura (70 años ) estudios de doctorado y pos doctorado en sociología política en un instituto francés de Altos Estudios, de calidad reconocida en todo el mundo [1] es poco usual. Mucho menos en un país en el que todo el mundo es doptor mientras no se demuestre lo contrario.
Tampoco es usual que nadie menos que el académico Daniel Pecaut diga de él:
“En ningún momento Nicanor puede ser puesto en cuestión por no
haber sido consecuente con una actitud de distancia. El mérito es aún mayor en ese aspecto
ya que en todos momentos de la historia económica y política de Antioquia, el
papel de su linaje familiar fue tan central
como el suyo en las décadas posteriores”. (62)
Que ese empresario fuera además Presidente por 26 años del mayor grupo económico de Colombia (1984-2004), además de
fundador y Presidente
durante esos
mismos años del Grupo Empresarial
Antioqueño (también conocido como Sindicato Antioqueño), que reúne 177 empresas y produce
cerca del 10% de la economía
nacional, tampoco es usual.
Que ese empresario, ingeniero
administrativo de profesión y Presidente de Suramericana, fallecido en el 2015, haya
tenido semejante don de gentes, sentido del humor, sencillez, amabilidad
con todos los estratos y una
vida paralela dedicada
a muchos procesos de paz y a la reconciliación de los colombianos
desde las élites, es todavía más escaso.
Que
su tesis de grado sea vigente y
modelo de metodología, no resulta entonces tan extraño como parece. Lastimoso, eso si, por prejuicios que
no me atrevo a detallar, que tantos
“intelectuales” colombianos
apoltronados en la vida académica
se hayan privado de la lectura de esa tesis traducida al
castellano, y publicada por la
Universidad de Antioquia, “
EMPRESARIADO ANTIOQUEÑO Y SOCIEDAD ,
1940-2004) Influencia de las élites patronales
de Antioquia en las políticas
socioeconómicas colombianas”[2].
En
todo caso , aprovechando la Feria del
libro 2017, cuyo invitado de honor es Francia, y la
presencia - a veces tan escasa – de las
editoriales universitarias, no sobra
recalcar la importancia de
este libro, tan discreto y
poco vitrinero como lo fue
durante toda su vida Nicanor Restrepo
Santamaría.
De lo que me arrepiento, eso si, es de no haberle dicho esto
antes de que muriera, cuando se despedía
de la vida por un largo cáncer de fumador, rodeado de
esposa Clara, su familia, sus
amigos y con su incomparable sentido del humor.
Si
alguien quiere saber detalles de este personaje excepcional, vale la pena que lea el libro que se acaba de publicar, en el se
hace un perfil biográfico de todos sus aspectos,
escrito por Álvaro Tirado Mejía ,
Ana María Cano , Cecilia María
Vélez , Constanza Toro, Daniel Pecaut, José Alfredo Vélez , Juan Luis
Mejía, Martha Elena Bravo y su hijo Tomas Restrepo Pérez.
Todos coinciden en su coherencia afectiva, intelectual, de compromiso social, de interés por los procesos de paz en nuestro país y en su manera afable de liderar el sector empresarial- no solo antioqueño sino colombiano.
Por eso, en vez de tanto fatalismo y de tanto ladrillo, y sobre todo, de tanto cacao cuyo mérito se limita a acumular y dominar, se debería promover su lectura tanto en la secundaria como en las universidades.
Para comprender mejor ese modelo de lo que fue y debería ser un empresario moderno.
Para romper tanto el discurso castrochavista o su polo opuesto, que pone en un mismo costal a las oligarquías y a los empresarios modernos.
Para analizar su obra sin los prejuicios que afectan tanto a los fundamentalistas de las mal llamadas izquierda y derecha, como a los retardatarios y a los encerrados en sus pequeños círculos mezquinos.
Eso permitiría a muchos jóvenes seguir el mismo camino innovador – palabra tan usada ahora- que a veces busca en otros lares sin mirar nuestros contextos.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
Pero volviendo a la tesis, es un
análisis sistemático de las
razones por las cuales el empresariado antioqueño
tuvo un desarrollo empresarial diferente de otras regiones, incluida, por supuesto, la “rola”
bogotana.
En
los comienzos de esa trayectoria industrial, jugó
un papel determinante la explotación del
oro, que no se quedó allí sino estimuló a los
comerciantes a afianzarse en lo industrial
por la elaboración de piezas de
molinos y fundición.
Esa acumulación de capital- escribe el autor- no se dilapidó en guerras como en las demás regiones. Las élites patronales, de valores compartidos, en particular el paternalismo, construyó un tejido industrial que no se entusiasmó, como en Bogotá o Cali por atraer capital extranjero, y que fortaleció una “clase de administradores” separados de los dueños.
Analiza sin eufemismos el poder de la Iglesia como reglamentadora social, a través de un sindicalismo católico y de disciplina con los patronatos. Y subraya el poco interés de los empresarios por la política, con apoyos mas o menos discretos. Recalca también Nicanor Restrepo el poco interés de los empresarios antioqueños por la Constitución del 91, y su distanciamiento de la elección popular de alcaldes, así como la que llama reconversión de las élites patronales antioqueñas, que aceptaron la apertura económica como un reto y una oportunidad en vez de espantarse con ella (esta última expresión es mía).
Esa acumulación de capital- escribe el autor- no se dilapidó en guerras como en las demás regiones. Las élites patronales, de valores compartidos, en particular el paternalismo, construyó un tejido industrial que no se entusiasmó, como en Bogotá o Cali por atraer capital extranjero, y que fortaleció una “clase de administradores” separados de los dueños.
Analiza sin eufemismos el poder de la Iglesia como reglamentadora social, a través de un sindicalismo católico y de disciplina con los patronatos. Y subraya el poco interés de los empresarios por la política, con apoyos mas o menos discretos. Recalca también Nicanor Restrepo el poco interés de los empresarios antioqueños por la Constitución del 91, y su distanciamiento de la elección popular de alcaldes, así como la que llama reconversión de las élites patronales antioqueñas, que aceptaron la apertura económica como un reto y una oportunidad en vez de espantarse con ella (esta última expresión es mía).
Una persona con semejante trayectoria no podría quedar mal
ni con su director de tesis, ni
con su trayectoria. Su sentido
del humor precavió cualquier entusiasmo
indebido; lo predispuso
a un estilo agradable y nada pedante.
Tampoco podía quedar mal con sus
pares empresariales, de tal manera
que todo lo que afirma y su sentido crítico, esencial en un académico pero también en un ser humano
coherente y arriesgado, se demuestra tanto con
fuentes primarias (entrevistas facilitadas por su don de gentes), como
documentales y académicas, con intensas lecturas de sociología política que le dan al texto un rigor absoluto cuando,
por ejemplo, describe el papel de sus pares :
“concluimos nuestro trabajo con la revisión del papel de las élites
patronales antioqueñas en los
procesos de paz adelantados
desde 1982, donde hallamos
que fueron muy escasos
los empresarios que participaron en ellos, y que los pocos que se vincularon lo hicieron a título personal, lo cual no
puede confundirse con una posición colectiva o como un indicio de una propuesta
patronal en los intentos de reconciliación por la vía del dialogo con los grupos armados ilegales. El papel cumplido
por el sector patronal, tanto individualmente como
por intermedio de las
asociaciones patronales, mostró la reducida legitimidad y capacidad del
sector privado organizado para influir en la superación del conflicto
armado interno” (272)
Ojalá que las Universidades - y no solo la de Antioquia o Eafit- encuentren quien continúe la labor de este personaje para
el periodo que no alcanzó a cubrir su trabajo académico ( 2004-2017), promoviendo para ello una beca doctoral.
Nicanor Restrepo merece que las nuevas y las viejas generaciones, sean o no empresariales, académicas o no, pero en todo caso lo que se llama hoy “innovadoras”, continúen el trabajo de este empresario doctor para mejor
conocimiento de nuestra historia.
[1] Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, EHSS, Paris. Allí obtuvo su grado DEA (Maestría) en 2004;
su Doctorado (PHD) en Sociología Política e inició estudios de pos
doctorado sobre “los procesos de transformaciones sociales en Medellín.
Principio del Siglo XX, La fotografía
como objeto y herramienta de análisis “
, que no pudo terminar por su enfermedad
y muerte.
[2] Nicanor Restrepo Santamaría
(1941-2015). Fondo editorial Universidad Eafit, Grupo de inversiones
Suramericana, 2016.
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