lunes, 4 de septiembre de 2017

¿A qué NO viene el Papa Francisco?

La avalancha de documentos, artículos, separatas, notas televisivas y  radiales  sobre  la venida del  Papa  suscita más  preguntas  que respuestas.

La más  concreta es la que  formula un  ensayista, Yago de la  Cierva, que reproduce El Tiempo : ¿Por qué se arriesga el Papa  a venir  a un país dividido? Y la respuesta que da es también  contundente: “viene a armar lío”,  a poner el dedo en la llaga, como lo  ha hecho  en otros países   emproblemados. Eso no quiere decir, ni mucho menos,  que venga  a pelear,  sino todo lo contrario:  viene a impedir  que  sigamos  peleando por todo y por nada, que desperdiciemos el momento de  acuerdos. Nos da la oportunidad de  focalizar  de nuevo sobre los valores  esenciales - serenidad, equilibrio, confianza, justicia, esperanza- y a lograr  el “desarme social”.  

 Porque  su visita, además de pastoral,  es también  ética. Es decir que, desde abajo, es decir desde los que llama pobres, se propone suscitar la reflexión sobre nuestra moralidad ( ¿o mejor, sobre  nuestra inmoralidad?).

La diferencia entre  un mensaje  tierno y otro estúpido
 El Papa Francisco,  más allá  de  amañadas interpretaciones,  quiere  incentivar  que  cada uno de nosotros “dé el primer paso para comenzar con Cristo algo nuevo en bien de todos los colombianos”, de tal  manera que  las  “cosas vayan  mejor”. Por eso, sea uno  practicante o no,  debe  ir más allá de estupideces mediáticas como si  el Presidente  Uribe  va a ir o no a la recepción en palacio,  o  de irrespetos como convertirlo en  una carátula  Whartolista. (ver carátulas)

 La reflexión interior  que plantea  su visita a Colombia es entonces clara:  dar el primer paso. No tanto hacia la paz,  término tan  manoseado por algunos  colombianos, que ya  ha perdido su  sentido. Tampoco viene a  ejercer un  papel  de “Super Star” ni a ejercer un caudillismo milagroso.

 El Papa  viene a Colombia, desde luego,  en visita  pastoral. Es  decir,  para los fieles de la religión  católica de todas las edades,  condiciones y  circunstancias.  Pero sabe muy  bien que, como uno de los pocos líderes mundiales que quedan, sus  desplazamientos  siempre tendrán connotaciones éticas, políticas y sociales.  Y eso  cubre a todos  los colombianos, sean o no  practicantes  de la religión católica.

La dimensión de liderazgo  ético del  Papa Francisco  no puede verse opacada  por   la  habitual preocupación política,   que se nos volvió mala costumbre al  enfocar,  sobretodo mediáticamente,  los  hechos  sociales que nos  atañen.

 El Papa  Francisco  no  viene, como lo han interpretado mañosamente  algunos,  porque el proceso de paz  sea importante o no,  sino  porque  cuestiona  - sin decirlo abruptamente-  nuestra mentalidad  disociativa.  Entiende la  importancia  de poner  su grano de arena para  concretar una  reconciliación  y evitar  que  nuestra intolerancia y  la falta de criterios  morales  lleve   a que  el país empeore irremediablemente.  Para impedir  que nos “ lleve el diablo” como diría  el  sentido común, en el entendido de que el diablo  seríamos cada uno de nosotros  si  somos incapaces, individual o colectivamente,  de dar el primer paso.

 Ese mensaje papal  sugiere  darle contenido, no solo a lo formal de los eventos, sino  al propósito mismo, que corre riesgo  de  quedar envolatado por mezquindades, manoseos,  programas, eventos,  trancones y,  sobretodo, por discursividades insulsas, datos o imágenes reproducidos sin descanso por los medios de comunicación.

En alguna ocasión y sobre otro tema,  el  propio  Francisco  se refirió a cómo  “la cháchara daña la calidad de las personas, y  del ambiente”.  Buena frase para  aplicarla  a su visita,  que requiere  más escucharlo  que interpretarlo.

RECOMENDADO


 De todo lo  que  el periodismo colombiano  ha escrito y dicho,  repetido  y reproducido, vale la pena  recomendar  los últimos  números  de Vida Nueva, la revista  católica dirigida  por mi  viejo amigo y compañero de luchas éticas – desde distintas orillas desde luego- Javier Darío Restrepo. 

Los que no somos practicantes  encontramos en ella una dimensión distinta de la simple  apología,  de profundo  análisis.  Con equilibrio periodístico, por ejemplo, en anteriores ediciones,  profundiza sobre cual fue el sentido de escoger los  sitios que recorrerá. O la evolución  histórica y la actualidad de un concepto controvertido, como la "guerra justa". O busca las raíces del "estilo Francisco", en un ensayo de Isabel  Corpas de Posada, doctora en Teología.


También en  el  número  175 de esta semana,  el propio  editorial y  artículo del director responde  a inquietudes:  ¿Por qué encanta  Francisco?  ¿ Por qué se oponen a Franciscno?  Asimismo, en su sección “a fondo”, hace el  análisis  histórico  del  contexto de  la  Colombia que recibirá al Papa, incluyendo  la  evolución de  la  Iglesia,  y el reconocimiento  de la polarización del propio  episcopado en relación con los acuerdos.
  
Vida Nueva analiza la cercanía como comunicación de ternura y de  comportamientos, característica del “estilo Bergoglio”; y cómo se supo adaptar a las realidades  contemporáneas de las redes sociales con 21 millones de seguidores en  Twitter que,  con los retrinos llegan a 200 millones de  personas. Muy distinto de ser un “Superstar”.

Sin duda, vale la  pena que todos nos beneficiemos de  lo que nos aporte  este Papa, “tan parecido a Jesús”.  







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