Lo primero, para aclarar: trabajé con el director Luis Carlos Galán como jefe de redacción y asistente para la revista Nueva Frontera, del Director Carlos Lleras Restrepo. Nunca quise participar en el Nuevo Liberalismo. ¿Por qué? Por una voluntad de independencia que siempre me ha acompañado, inclusive en mi matrimonio de 52 años. He sido reticente en hablar en primera persona. Pero como persona sin mayores atributos que el de haber ejercido el periodismo, la escritura y la docencia, soy a veces testigo.
Hecha primera aclaración, debo la segunda: mi experiencia en la política se acabó abruptamente por decisión propia cuando, meses después, ya retirada de Nueva Frontera, fui al parque Santander blandiendo un cartel de publicidad de la lista de Iván Marulanda al Congreso en la que estaba de segundo renglón y me sentí tan estúpidamente ingenua frente a los cuatro pelagatos que estaban mirándome, que resolví no volver a cometer esa necedad personal.
Escrito lo anterior, puedo entender, hasta cierto punto, la ingenuidad de Juan Manuel Galán y Carlos Fernando Galán cuando pretenden resucitar al Nuevo Liberalismo .
Sé, además, cuanto dolor les causó la muerte de su padre. Como sé también cuánto le afectó a Rodrigo Lara, Ministro de Justicia, la infamante calumnia. Estaba precisamente haciéndole una entrevista para El Espectador cuando recibió la llamada que le informaba sobre la infamia del cheque de Porras, macabra estrategia del narcotráfico para tumbarlo. Vi cómo palidecía ese hombre también correcto y calumniado y luego, la tristeza que le produjo que lo dejaran políticamente solo.
***
Muy distinto es caer en la ilusión de que los Galán, como familia, puedan resucitar al Nuevo Liberalismo o creer el cuento, que por cierto ya ni creen, según el cual el ex Presidente Gaviria es el heredero intelectual de Galán.
Por otro lado, escuchar la entrevista que, en la WRadio, Julio Sanchez Cristo hizo a Juan Manuel Galán éste 18 de noviembre me produjo dos impresiones relacionadas con el concepto de dignidad: la primera, poca dignidad del periodista cuando le pregunta espectacularmente con esa voz profunda, si fueron traidores cada uno de los citados por él de na lista para que Juan Manuel Galán, entrevistado, responda si o no. A todos, salvo uno, contestó Juan Manuel Galán “Si.” "Esas preguntas no se hacen, por dignidad propia y ajena", – pensé Y por cierto ¿qué quiere decir “traidores”?
“Hemos dedicado nuestra vida porque a las ideas no las pueden matar “ - afirmó en un momento Juan Manuel Galán. Y también dijo, sobre los integrantes del indefinible Centro: “ a todos los convocamos, a todos les abrimos las puertas”
Volví a mis silenciosas preguntas:
¿ Qué gana el país con esta entrevista?
¿ Qué ganan los Galán con este esfuerzo?
¿ A quién le corresponde abrir las puertas del movimiento político "Nuevo Liberalismo"? ¿A los delfines?
***
Para no entrar en detalles sobre los equívocos sacrificios, más allá de la tragedia, que implicaron para los hijos de Galán sus recorridos políticos, acudo al tiempo pasado...
Recordé varias conversaciones que tuve con Luis Carlos Galán en Nueva Frontera y otra muy concreta en un parqueadero cuando ya era candidato presidencial. Ambas sin testigos y con la franqueza que me caracteriza.
En el primer caso, tuvimos varias charlas, entre otros temas, sobre el clientelismo de Turbay Ayala y las maldades del nepotismo. La del parqueadero, la recuerdo más todavía porque yo se la solicité, Con la cordialidad de siempre, él me dijo que nos encontráramos en un parqueadero, entre dos de sus eventos. Le hablé en cinco intensos minutos, recordándole que yo no me metía en política pero sentía la necesidad de expresarle lo que pensaba sobre la creciente influencia de las hermanas Pachón en la campaña. Se quedó en silencio. Sus ojos azules no me miraban a mí sino a sus propios pensamientos. Solo me dijo “ gracias " y dio por terminada la conversación. Yo sabía que no opinaría sobre lo que le acababa de decir pero me bastaba con habérselo dicho y nos despedimos de rapidez. El siguió con sus escoltas y yo subí a mi carrito.
Esos dos momentos y lo que sucedió después han sido suficientes para convencerme de lo incongruente que es pensar siquiera que un movimiento caudillista como fue el de Galán pudiera sobrevivirle.
Muchos fueron los discretos seguidores de Galán que también sufrieron las consecuencias de las posturas heroicas del Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán. El más importante, el doctor Enrique Parejo, Ministro de Justicia, del que ya nadie habla en este país desmemoriado.
Los principales militantes del Nuevo Liberalismo se fueron desgrenando en el olvido como una mazorca seca. Algunos con gran dignidad, otros después de haber usufructuado puestos. Otros murieron y otros se retiraron discretamente en la sombra o siguieron rutas políticas diferentes, como Ivan Marulanda, que ojalá se quede donde está.
La lealtad a los principios de Luis Carlos Galán, cada quien la lleva, puesta o no. Como caudillo que fue en vida, estoy segura de que, en su caso, le molestaba que todo dependiera tanto de él. Sin embargo, aceptaba que todo el mundo quisiera hablar con él con esa paciencia inagotable que lo caracterizaba. Muchas veces le dije “ no sé como resistes esas conversaciones tan largas”. Y lo mismo, desde luego, le dije al doctor Lleras, ( sin tutearlo, por supuesto), que se limitaba a sonreír, con una sonrisa irónica. Desde luego, tenía menos paciencia
Cuando me retiré de Nueva Frontera, - porque nunca he aguantado los puestos por periodos largos-, el doctor LLeras me preguntó que por qué me retiraba. Le contesté: “porque uno no crece a la sombra de los grandes árboles“.
Ojalá que los cuatro hermanos Galán encuentren otras maneras de crecer, porque se lo merecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario