Foto MTH
La anécdota relatada por Daniel Coronell que, en medio del autobombo periodístico, demuestra solito ese vuelo propio que siempre ha tenido, no interesa tanto por la peleadera periodística con Darcy Quinn.
(Por cierto, y sea escrito de paso, el padre de Darcy, Tom, a quien ella invoca como testigo de su bien actuar, era un periodista de inmejorables sencillez, ética y olfato periodístico, al que nunca se le habría ocurrido entremezclar asuntos privados y la búsqueda de la verdad. Lo recuerdo mucho, como esa gentil persona de bluejean calado y ojos chispeantes de inteligencia, siempre discreto y alejado de los intríngulis del poder, y eso sí, enterado de cómo funcionaban).
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La importancia del episodio radica en lo otro que, por cierto, se ha propuesto relatar Coronell desde su regreso a los aires colombianos. En resumidas cuentas, a mi modo de ver, busca dar a luz - y excusen la expresión- a comportamientos anti éticos dentro de las principales instituciones que sustentan la aseveración según la cual Colombia es un país democrático.
Así, como sucede con algunos periodistas, como los de la unidad investigativa de Caracol, Cecilia Orozco y su equipo, y uno que otro periodista de la nueva generación, se han puesto en evidencia comportamientos susceptibles -al menos- de cuestionamientos éticos que muestran que la podredumbre está mas cerca de lo que creemos.
Por ejemplo, ha resultado evidente el comportamiento de la señora Procuradora y de ciertos congresistas. O del dicharachero Presidente Duque, quien calla cuando le conviene, pasando por alto los asesinatos y el desmadre. Pero eso sí, se explaya sobre sus propias hazañas y bondades que duran, como dice el poeta de las rosas, el espacio de una mañana. Y eso que, por fortuna, ahora le ha mermado a unos viajes que al parecer no resultan demasiado interesantes para sus colegas presidentes de otras naciones, europeas o estadounidenses. No tienen más remedio que atenderlo a las volandas.
Volviendo al tema, lo que ha resultado de las pesquisas de Coronell es la mentalidad de cierta clase dirigente colombiana en distintos escenarios. Por ejemplo, las salidas y venires de las cárceles, pero también presiones desde la rectorías de universidades que deberían mas bien dedicarse a formar éticamente al estudiantado en vez de dar el mal ejemplo.
Se citarán, para decir -con cierta razón- que todo eso existe de tiempo atrás. Las presiones que, por ejemplo, ejercía desde la decanatura de derecho de la Universidad Javeriana el decano cura Gabriel Giraldo para colocar a sus pupilos sobresalientes y cómo tenía un perfecto mapa de los hilos del poder. Pero hay una diferencia: él nunca habría ejercido ese poder para desviar la mano de la señora justicia o de la fiscalía, de aquello que afectara sus roscas.
Tampoco me refiero al desafortunado caso de Alejandro Gaviria, que saltó de la rectoría de la Universidad de Los Andes a la candidatura presidencial, lo cual no es anti ético sino torpe. Sin embargo, ustedes convendrán que resultaría bastante extraño si, en vez de los Andes, se tratara de los ahora “modelos” gringos , un Harvard o un Berkeley o las anglo sajonas Oxford y Cambridge. No veo, realmente, a un ex rector de esas universidades en la palestra de un debate televisivo o repartiendo propaganda electoral en las calles.
Pero volvamos a los comportamientos que indican cierto grado de degeneración ética. Me refiero, por ejemplo, al señor rector de la Sergio Arboleda , que da un curioso ejemplo de cómo no estimular el esfuerzo personal del estudiantado para seguir adelante.
También me refiero, para cambiar de institución clave en la democracia, al poder ya no llamado Cuarto: el periodismo. O mejor, al ejercicio del derecho legitimo a opinar de personas poco célebres pero no precisamente conocidas por ser pilares de comportamientos éticos. En concreto, me refiero al “columnista” estrella de El Tiempo Dominical, Néstor Humberto Martínez, también mencionado en el episodio de marras y en otros tantos asuntos turbios que aparecen por estos días, como el del señor Mattos, para no recordar el lastimoso caso Pizano...
Lo que resulta evidente en estos casos es lo poco que importa el comportamiento o cuestionamiento ético. La manera como las instituciones de la llamada democracia colombiana reaccionan avalando los que en otras latitudes serían claramente antiéticos o terminan ensalzando a familias cuyo mayor mérito es ser poderosas, sobre todo en dinero.
Sospecho que cuando en 1884, el liberal Rafael Nuñez subió al trono presidencial después de dos años de su famoso lema “Regeneración o catástrofe” , y se unió con los conservadores del ala de los inefables Carlos Holguín y Miguel Antonio Caro, había un tufillo similar al que ahora podría llamarse más verídicamente “ degeneración y catástrofe” Lleva, por ejemplo, a ensalzar al autodenominado “Fico”, como el ser más inteligente o capaz de salvar a Colombia.
¿A qué se debe ese comportamiento? A lo que ustedes están pensando en cuanto a mediocridad de los dirigentes colombianos, pero también porque todo vale siempre y cuando no gane Petro y se mantenga el estatus. Es un juego peligroso y, por supuesto, anti democrático.
https://es.wikipedia.org/wiki/Regeneraci%C3%B3n_(Colombia)
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