sábado, 25 de julio de 2015

¿Quién cubrió mejor el estreno en Colombia de la película "Tierra y sombra"?






                  Tristeza,  sensibilidad, sentimiento de pérdida:    sustantivos que   mejor definen  la personalidad  artística de Cesar Acevedo, tomados de los (a mi modo de ver) dos  mejores   trabajos  periodísticos  colombianos sobre   la película y el director -  guionista  de “ La tierra y la sombra”:   el de Francisco  Escobar, de la revista  Esquire  Colombia (acompañado del video de Fabián Medina)  y  el de Ángel  Unfried, editor de la Revista  el Malpensante. Ambos recomendados.

En medio de una previsible avalancha mediática,  ambos  trataron de sacar  a Acevedo de  las  preguntas obvias o  estúpidas (como, según lo describe  el propio    Acevedo,   qué   equipo   de fútbol le gusta,  cuyo autor merecería por lo mismo que le quitaran el diploma de comunicador social –o cualquiera que tenga-).

  En  cambio, sea  dicho de paso,  César Acevedo le hace  honor a la  tradición de  excelencia  de  la  facultad de comunicación social de la  Universidad del Valle. Y a la de profesores  como  Jesús Martín Barbero, que  le dieron un impulso conceptual  definitivo. Allí,  Acevedo se graduó con una tesis  laureada,  la manera  de concretar  esa  obsesión   que duraría ocho años en  y que le abrió las puertas  de la  financiación con un primer reconocimiento:  una beca de la Fundación Carolina.


La  obsesión de  Acevedo  encuentra  sus raíces   en la infancia  y en  el hecho de que  tuvo que recorrer interminablemente los paisajes de  caña, en los ires y  venires   de visitas a  su familia dispersa en el propio  Valle.  Necesitó, como  todo trabajo audiovisual,   plasmarse  gracias  a  un equipo   de  méritos  similares al del  director cada uno en su campo y   con el entusiasmo y la  mística de quienes se entregan   al arte por el arte  mismo. Desde  el  director  de  fotografía y compañero de universidad de Acevedo,   también egresado de la universidad del Valle, Mateo  Guzmán,  la directora de arte, los  editores, los productores y los  actores, todos motivados  por la necesidad de  contar una historia  desde los cinco sentidos.

   Volviendo al cubrimiento periodístico  de la película, tanto  Unfried   como Escobar      entrevistan a   Acevedo  en   ambientes  no convencionales. Uno en el parque nacional y el otro   cubriéndolo de cenizas y fotografiándolo  en un cañaveral . No sé  que tanto le gustaría  esto último, pero en todo caso, el  video que sale de allí   dice mucho más  sobre el personaje que  lo poco que  nos ilustran   los demás. Y la entrevista a César  Acevedo revela mucho.




La crítica de cine,  todavía primaria en Colombia, cree  muchas veces que  lo importante es   describir   sus propias opiniones  sobre el  cine en vez de  explicarnos  por qué una película sobresale entre las  demás o está condenada  a la mediocridad.  Qué la hace diferente o   por qué simplemente cae en el estereotipo de Hollywood.  Por qué marca un hito o no.

  Así,  la  importancia del  sonido, que explica Unfrield minuciosamente, con el buen  tino  de  publicarse   en el Malpensante antes de la presentación de la película en Colombia,  predispone  favorablemente  a los cinéfilos rasos,  a escucharla  con  más  cuidado  del  que   le pondría al audio   de  una película  “normal”.  Permite descubrir que en la película  los ruidos  (sean trinos de azulejos, de   camiones ,  o de un tren cañero que no es como  el trencito de los canticuentos infantiles,  o el  raspar de la cuchara en el plato) son tan o más importantes   que la imagen  y requirieron unas largas grabaciones, adicionales  a la   filmación.

Así también permite descartar la absurda idea de  un  crítico de cine en el sentido de que el personaje que falla  es  el  niño que debería, sigue   el gurú, tener mas protagonismo.  Pero no:  representa el  futuro que observa sin participar todavía,   pero  que  absorbe  como una esponja  todo lo que le rodea en el presente.

De los dos  artículos mencionados se puede sacar en claro  que la película se hizo sin la  menor colaboración de los ingenios azucareros, que se  tragaron al Valle y  que   tienen  jefes invisibles, como lo repite el capataz ante  cualquier solicitud humanitaria de los corteros  de caña, por ejemplo, cuando   piden  que  que le presten atención  médica al   hijo moribundo.   

En ese aspecto, la película plantea- mas allá de su  intención poética- un problema social que  no  sale   en el Minuto de dios, aquel que refina la mejor  azúcar del país, y  que  tiene  que ver  con la manera  como  la agroindustria va poco  a poco arrasando  la identidad y  la cultura campesinas. Y  como – agrego- los  Nasa  fueron echados de allí  por las mismas razones.

 Tierra y sombra muestra los efectos del pasado;  los ojos del niño que observa, el futuro, y  responde  por el arte al interrogante que se hacen algunos  sobre el futuro: ¿seguirán las quemas  que se justifican supuestamente para proteger el empleo de la mecanización? ¿ Se tragaran los ingenios las tres   aguas   sin  las  cuales   ni Cali será   más Cali  ni el Valle, verde ? [1]

El nuevo  cine colombiano que,  sin duda ha florecido  por   estímulos estatales , tiene  también  ese componente de crítica social tan  ausente en los unanimismos intelectualoides  que van poco a poco avalando  las aplanadoras  económicas y políticas  o los extremos  de un  cambio aun no  definido en términos sociales sino teóricos  por los movimientos subversivos.

 “Tierra  y sombra”: una  película que  hay que  ver y no  solo por un   mal entendido patriotismo, sino porque es  de una  calidad merecedora de   elogios.  Si se va con el ánimo de apreciar el arte,  lo simbólico   adquiere una fuerza inusitada : Puertas, ventanas,  cortina mecida por el viento,  ceniza que se palpa,  el ruido  de la naturaleza y de los  depredadores, objetos cotidianos, luz y sombra que  recuerdan a Rembrandt, paisajes   que encuentran su inspiración en Millet  pero también árboles de Corot,   todo aquello muestra por qué   la película   traspasa el umbral de lo local  para instalarse  en  los valores  universales,  que no es lo mismo que  el dudoso  y  light aporte de la  globalización.

Espere próximo  jueves   décimo  de  diez mitos   mediante los cuales cierto periodismo y/o los medios de comunicación  refuerzan  la "guerra social" 



[1]  Douglas Laing,  agrónomo   australiano, considera  que la única  solución  es  desplazar la  caña de azúcar  “El sector  cañicultor del Valle   está recurriendo para el riego de la  caña, al  agua fósil ubicada  a 200 y 500 metros de profundidad, un agua costosísima de  bombear, con más de 20.000 años , que  podría resultar  vital  para el futuro de la región “ ( Conferencia, “Con  caña , el Valle no será sostenible    en el  2065”). El futuro  de l Valle del Cauca son las frutas,  las hortalizas, las legumbres, las flores. Y en la zona de ladera, no en la parte plana, el clúster de la  avicultura"

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