El periodismo colombiano está atravesando, como dicen las frases de cajón, por una de sus peores crisis.
Esa crisis no depende del Coronavirus, sino que se viene fraguando desde hace varios meses en el sunami que sacude a los empresarios mediáticos. Y quizás desde hace años, como cuando el periódico el Tiempo fue comprado como quien compra una fábrica por el Grupo Sarmiento Angulo. O cuando El Espectador se convirtió en un apéndice de la familia Santo Domingo ( aunque hay que reconocer que se ha dejado tranquilo a lo que sin duda los actuales dueños consideran una herencia molesta , un encarte que , por respeto a la familia Cano, debe dejarse perecer tranquilamente sin mayores aspavientos).
Cuando el Grupo Gilinski compró el 50% de Semana, le puso una cereza al pastel del despelote. Como si fuera también un producto, la revista despidió a los mejores periodistas de planta, en forma disimuladita, como quien no quiere la cosa. De todas maneras, irrespetuosa, como lo relata algún valiente de la revista Arcadia.
La revista Semana, antes reconocida por sus investigaciones , se convirtió poco a poco en un coctel de filtraciones que merecen carátula, y bocadillos sobre jet set gringo que a muy pocos colombianos les interesa. Por ejemplo, en este número ( edición 1977): el refrito de El rey en su Laberinto( paginas 80 y81), Hollywood paralizado, víctima de difamación, el viacrucis de Dinho, estafas reales , De película , (páginas 82 y 83)
El antes César de Semana – me refiero a Felipe López,-hizo crecer su imperio, pero se aburrió, puso a su inexperta hija como presidenta del Grupo ( ya tampoco aparece en la bandera) y le vendió el 50% al Grupo Gilinski (cuyo hijo hizo parte de la negociación, pero no volvió a figurar ni en las páginas sociales).
Dicho de otro modo, a los principales medios colombianos les está pasando lo que les pasa a los otros medios en otros países, pero con un ingrediente adicional: la peleadera entre periodistas, que permite diluir el problema de fondo: la concentración oligopólica sobre la cual ninguno dice esta boca es mía. ¿Se han dado cuenta de que aparecen ahora peleando o defendiéndose los mismos con las mismas en esa rosca en que los columnistas de prensa escriben en revistas, son corresponsales de radio como Irragorri, etc etc. A decir verdad, ese cuadrilátero concentrado lleva a la pérdida de prestigio de personas como el director Alejandro Santos y - lástima decirlo- Daniel Coronell.
El sunami de Semana , lanzado ahora a la estratosfera virtual de un canal bastante improvisado esconde una lamentable decadencia. A la carrera, se remplazan velozmente los columnistas y se introducen otros que suben como espuma y pueden caer como pepa de guama: Salud Hernandez, Vicky Dávila ( a la que le recortan abruptamente el 50% de su contrato, según versión de Daniel Coronell, lo que desmiente vergonzosamente Dávila diciendo que fue ella la que pidió que le bajaran ese 50%). Y Julito que desde luego es omnipotente, desde Miami o cualquier lugar del mundo.
Ese despelote periodístico tiene un telón de fondo: la revolución digital, que fractura a los medios rígidos escritos o audiovisuales, y toma desprevenidos a los periodistas antes confortablemente anquilosados en la concentración.
El problema, mi admirado Coronell, es que desde lejos ( es Presidente de Noticias Univision ) es difícil mantener el ritmo. Que la revista Semana, en una vengancita cuente la decadencia accionaria de Don Jesus Polanco mas que deber o derecho, grandilocuente , es un detalle que diluye la gravedad de lo que está pasando. Y lleva a una conclusión: periodistas que se dejan enredar en lo pequeño y un periodismo de show cada vez menos creíble.
Foto MTH |
NOTA A PROPÓSITO DEL DÍA 2 DEL “ DIARIO DE UNA RESGUARDADA”. Querido diario: mañana seguiré con el día 2y 3 de mi diario, por la necesidad de opinar sobre este virus mediático y periodístico… ¡Que vivan internet y los blogs!
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